Tiembla otra vez
En aquel lejano 19 de septiembre de 1985, el reportero se preparaba para salir a desayunar en el Hotel Regis de la Ciudad de México, el sismo derribó edificios contiguos y minutos después se incendió el viejo hotel ubicado en la Alameda; el segundo 19 de septiembre, este en 2017. me sacudió en la redacción de Radio Oro, donde preparaba el noticiero vespertino; ayer nuevamente estaba en la oficina, 55 minutos antes de entrar al aire en Lo de Hoy.
El Sismológico Nacional ajustó la intensidad del sismo a 7.7 grados con epicentro a 63 kilómetros al sur de Coalcoman, Michoacán.
El presidente Andrés Manuel López Obrador informó minutos después del temblor que "Vamos a empezar a recoger información. Deseamos de todo corazón que no haya pasado nada grave", murió una persona en Colima.
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México vivió un tercer sismo en un 19 de septiembre, lo que para los científicos es una coincidencia.
El terremoto de 7.7 grados sacudió los estados de Michoacán y Colima con réplicas en el centro del país, a poco menos de una hora del simulacro organizado para conmemorar los terremotos del 19 de septiembre de 1985 y de la misma fecha en 2017.
En Puebla, se sintió sin mayores consecuencias, informó una hora después de los hechos, el gobernador Miguel Barbosa.
La jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, informó que no se reportan daños en la capital. Las autoridades lanzaron alertas de tsunami para Michoacán y Colima.
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Los habitantes de distintas ciudades se prepararon este lunes para hacer frente al simulacro que cada año organizan las autoridades de cara a un posible terremoto, pero no esperaban que minutos después de finalizado se activaran las alertas.
Las mismas escenas se repitieron ayer por la mañana: vecinos nerviosos salieron de sus departamentos o centros de trabajo, mientras comentaban la coincidencia y miraban sus teléfonos móviles para enterarse de la información sobre el sismo.
“Es increíble que pase de nuevo lo mismo”, decían, pero sucedió por tercera vez en la misma fecha y aquí estamos para contarlo.
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Las pensiones de Telmex
Hace treinta años que el gurú de las técnicas de negociación, Chester Karras, dijo una frase para la posteridad: “en la vida no se obtiene lo que se merece, sino lo que se negocia”. Pues, semejante sentencia se aplica lapidariamente sobre las intenciones de Carlos Slim Helú hacia los trabajadores sindicalizados de Telmex.
La cosmética huelga del 22 de julio que apenas y duró un día, terminó con una Mesa Técnica para analizar soluciones a las distintas demandas de los trabajadores. Como no podía ser de otra forma, Andrés Manuel López Obrador tiró línea a los sindicalizados, dando a entender que su ánimo no estaba para avalar huelgas.
El tema no es menor, considerando que Telmex tiene unos 66 mil trabajadores sindicalizados y de ellos depende la operación, tanto en las calles como en centrales diseminadas por todo el país, sin omitir que su líder sindical y el dueño de la empresa son buenos conocidos.
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La Mesa Técnica inició con planteamientos sabidos. Telmex incumplió un acuerdo sobre 2 mil plazas nuevas y pretende desaparecer la jubilación para los trabajadores de nuevo ingreso. Ante semejante panorama, el aumento exigido del 7.5 por ciento al salario de trabajadores en activo y jubilados, y un incremento en las prestaciones del 2.9 por ciento, suena a poco.
Los representantes de Slim ofrecieron migajas: 4.4 por ciento a trabajadores activos y 1.10 por ciento para las prestaciones.
No se veía un panorama positivo para los trabajadores con esa oferta de la empresa. Pero, como todo lo que puede empeorar, empeora, llegó una propuesta que aún a los más conspicuos les ha parecido de risa loca.
La propuesta es en serio y va caminando con la autoridad federal laboral, haciéndole de comparsa a la empresa que forma parte de un holding que va alejándose con discreción de México, en términos de inversiones.
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La propuesta consiste en que, para reducir al mínimo el impacto de las pensiones sobre las finanzas de la compañía, se intercambie la pensión del trabajador por un paquete accionario. Así como lo lee. Y las reglas del juego serían las siguientes:
1.-El cálculo para determinar el monto al que tendrán derecho dependerá de las condiciones laborales de cada trabajador, de la edad, de su antigüedad en la empresa y nivel salarial.
2.-Cada quien recibiría su paquete accionario, basado en proyecciones actuariales para determinar los montos individuales con base en la esperanza de vida individual.
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3.-El paquete accionario “podría” incluir títulos de alguna otra empresa de Grupo Carso.
4.-El precio de venta de las acciones será el mismo que estuvo vigente en 1990, cuando se desincorporó Telmex del Estado.
5.-Telmex garantizará que las acciones tendrán el mismo valor de venta durante los próximos 2 años y en ese lapso, no se podrán vender las acciones de la misma.
Preguntando a los expertos, éstos apuntan que Telmex estaría financiándose con lo que por ley le corresponde a cualquier trabajador y de entrada permitiría que docenas de corporativos optaran por la misma idea, para refinanciar eternamente el cumplimiento de la pensión.
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La única verdad en este tema es que Telmex está resquebrajándose porque cedió su vida a cambio de que Telcel se hiciera un titán; es decir, que la telefonía fija se sacrificó para maximizar las utilidades de la telefonía celular.
En esto, Telmex debe estar valorando debidamente su más preciado tesoro, que es la Red que le “renta” a distintos corporativos y hasta a sus propios competidores para innumerables propósitos en materia de telecomunicaciones.
Esa Red, conocida como de Última Milla, es la que transporta la fibra óptica y representa unos 400 mil kilómetros de tendido.
Todo mundo coincide en que, ni siquiera Telcel dispone de técnicos e infraestructura capaz de atender fallas en la Última Milla. Esos especialistas son sindicalizados. Dicen los que saben que esa Milla es un tema de seguridad nacional, por lo que alguien podría mecer la cuna y doblarle las manos a los trabajadores para que acepten la propuesta.
Se comenta que el congelamiento de los sueldos de algunos trabajadores protagónicos y hasta el apagar luces y servicios de elevadores en ciertas instalaciones para presionar que se reduzca la resistencia a semejante oferta, es tema de todos los días.
Habrá que esperar y ver qué responde el sindicato.
No es fácil la decisión y cualquier alternativa que se tome, traerá riesgos.
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