Municipios sin policías

Del reportero

Fue en 1982, después de una manifestación de cacerolas, las poblanas, la mayoría esposas de empresarios, fueron atendidas por los jefes policiacos en la Sala Juárez del Palacio de Gobierno de Reforma 711. Los tenientes coroneles Felipe Flores Narro y Luis Álvarez Moguel escucharon las demandas de seguridad que les hacían y sus quejas por los pésimos elementos que integraban a la Policía.

Fue Álvarez Moguel, quienes les dijo:

-Lo que ustedes quieren son Rambos, además de que los policías no sean indígenas sino jóvenes guapos. Eso sólo en las películas, aquí es lo que tenemos, no creo que ninguno de sus hijos quiera ser policía- les replicó.

La realidad de las policías municipales y estatales actualmente no ha cambiado radicalmente.

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Ahora, a su favor, pasan por las Academias, pero lejos están de ser Rambos, muchos de ellos son hijos de otros uniformados o campesinos que emigran de su labor agrícola. Sus salarios y prestaciones son bajos y las condiciones laborales extremas, con jornadas que muchas veces superan las 24 horas por 24.

Otro de los problemas es que muchas veces por su nivel académico no cumplen con los exámenes que demandas las instancias gubernamentales y hay municipios que no llegan a un número mínimo de elementos uniformados, bueno ni siquiera tienen policías.

La situación es más difícil de lo que se piensa.

Ayer, el gobernador Miguel Barbosa Huerta advirtió a los presidentes municipales y los secretarios de Seguridad que pueden incurrir en responsabilidades legales por contratar a policías sin examen de control y confianza. En el estado, la mayoría de las autoridades tienen ese problema.

Barbosa Huerta precisó que no puede ser policía quien no tenga las certificaciones correspondientes y es irresponsable que las autoridades le entregan a una persona un arma, una credencial de policía, sin cubrir los requisitos, lo que sucede en la realidad, incluyendo a la Policía Estatal.

"No puede ser policía quién no tenga su examen de control de confianza, las certificaciones correspondientes. Autoridad que le entrega a una persona un arma, una credencial de policía, y lo pone a desempeñar funciones de ese carácter, sin que reúna requisitos, incurre en responsabilidades, no es que sea más riguroso, es que es ilegal totalmente que se ponga como policía a quien no debe de serlo, a quien no reúne requisitos, simplemente cumplir con la ley, ahí están las consecuencias, si todo se volviera una cadena de responsabilidades".

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Dijo que la revisión de los policías es permanente para evitar que haya elementos de seguridad involucrados en actos delictivos.

Puebla como muchos otros estados de la República padecen la escasez de elementos y más si a los que se atreven a ponerse el uniforme les ponen condiciones, como los exámenes, seguramente serían decenas los municipios sin una corporación que cumpla con cuidar a los ciudadanos y su patrimonio.

Han pasado cuatro décadas y en Puebla el problema de la inseguridad y la integración de los cuerpos policiacos no ha dejado de ser conflictivo.

Con un agravante, hoy la delincuencia organizada los copta antes como integrantes de sus bandas y/o los uniforma y así establece el control de importantes regiones del estado.

No hay vocaciones ni ingresos atractivos que generen colas para ingresar a las policías. Por eso los presidentes municipales suman y le dan un arma, sin importar si presentan los exámenes, a quien acepte el uniforme.

 

 

De las anécdotas que se cuentan

 

Hoy, que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cumple tres años de que empezó su gestión, celebrará con una fiesta masiva en el zócalo de la Ciudad de México.

Todo en su honor, no hay más.

En la literatura mexicana se habla de ciertas conductas por parte de los mandatarios.

Y una de esas es el llamado “Síndrome del reconocimiento”. Desde Octavio Paz y Carlos Fuentes se ha hablado de esa extraña actividad en la psique presidencial.

La lógica de los escritores mexicanos es sencilla.

La mayoría de los presidentes de México pasan por un proceso de desgaste natural en el ejercicio de sus funciones, lo que les hace sentirse incomprendidos y tarde que temprano, de plano ignorados.

Los mandatarios siguen en la suya de que su trabajo político ha sido excepcional y que los mexicanos deberían agradecérselos de rodillas. Pero algo pasó que el pueblo no les recompensa con aplausos y votos su trabajo extraordinario.

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Así que la mente del presidente comienza a urdir una salida para abandonar el descrédito popular y encontrar algún lugar en donde sea recompensada su labor, pero, sobre todo, su visión hacia el futuro.

Aquí es donde se aparece el “Síndrome del reconocimiento” que no es otra cosa que buscar un cargo público internacional en donde el mandatario mexicano pueda ser aplaudido por extranjeros, dadas sus excepcionales dotes para el bien común de la humanidad entera.

Se dice que este síndrome normalmente aparece al quinto año de gobierno, dado que se comienza a percibir al sucesor poco a poco y se va perdiendo el poder absoluto. Pero hasta el quinto año, no en el tercero.

Los malosos se preguntan si esos discursos en la ONU son síntomas del “Síndrome del reconocimiento”, a consecuencia de una precoz unción de la sucesora.

Si esto fuera cierto, la realidad mostrará cómo la Historia es cíclica, aún para quien dice que la conoce sin ningún misterio.

Esta tarde podríamos confirmarlo en el zócalo de la Ciudad de México.

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*ARD