Los pactos de Casa Aguayo
La reunión política del sábado en Casa Aguayo tiene varios significados, el más importante el fortalecimiento de la relación del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, con el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien en lo que va del año lleva una intensa agenda política con personajes del gobierno federal hasta construir los puentes políticos necesarios para la segunda mitad de su mandato.
En los hechos no fue una gira de trabajo, a dos semanas de la Consulta de Revocación de su mandato, ni tuvo contacto con los poblanos algunos de los cuales se apostaron en las cercanías de la sede del Ejecutivo Local sin posibilidades siquiera saludar al mandatario que entró y salió por un discreto estacionamiento en la parte trasera del edificio.
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El presidente López Obrador sostuvo una reunión privada con el gobernador Barbosa, para evaluar programas federales, pero sobre todo para hablar de política. Puebla deberá aportar más de medio millón de votos el domingo de la revocación, lo que se ve difícil, pero están convocados los presidentes municipales de todos los partidos para llevar gente a las urnas.
En la reunión de Aguayo, el mandatario poblano entregó al presidente un documento original en el cual Benito Juárez e Ignacio Zaragoza nombraron a Manuel Cortés como subteniente de la segunda batería del batallón de artilleros.
El encuentro no duró más de dos horas y el presidente no saludó a la gente que lo estaba esperando, algo inusual porque si algo tiene López Obrador es buscar siempre el acercamiento con sus seguidores.
El mandatario federal ingresó por atrás de Casa Aguayo, no dio entrevistas y no atendió a los miembros de la Central Campesina Cardenista, quienes acudieron para pedirle que modifique las reglas de operación del programa Cosomer y a representantes del Sindicato Unitario de la UAP.
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Después de mediodía en redes, López Obrador confirmó que ya se había reunido con Barbosa, incluso dio a conocer que además de evaluar los Programas para el Bienestar, el gobernador le entregó un documento original en el cual, el 1 de mayo de 1861, el presidente Juárez y el ministro de guerra Ignacio Zaragoza, nombraron a Manuel Cortés subteniente de la Segunda Batería del Batallón de Artilleros.
López Obrador indicó que la importancia del documento radica en que un año después, el general Zaragoza enfrentaría a los franceses en Puebla y enviaría el famoso e histórico telegrama que decía: “Las armas mexicanas se han cubierto de gloria”. Para concluir añadió que lo enviará al recinto dedicado a Juárez en Palacio Nacional.
La reunión política del sábado en Casa Aguayo tendrá repercusiones, porque hubo acuerdos y pactos, y pronto se verá la mayor vinculación del gobernador Barbosa con el gobierno federal y con Morena. Por lo pronto, de aquí al 10 de abril habrá una intensa campaña para llevarle los votos de apoyo que requiere el presidente López Obrador y se garantice que Puebla está con él y le cumple.
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De las anécdotas que se cuentan
El político estadounidense William Barr estuvo como invitado en el programa “Jesse Watters Primetime” para comentar sobre su nuevo libro, One Damn Thing After Another (“Una maldita cosa tras otra”), sus memorias, de 608 páginas, publicadas por William Morrow y puestas a la venta a partir del 8 de marzo.
Entre todos los temas habidos y por haber que atiende Barr, fiscal durante la gestión del “amigo” del presidente López Obrador, Donald Trump, en su libro, hubo espacio para México. Y en la entrevista con Fox News, también. Para empezar, informó que:
“López Obrador ya perdió el control del país”.
Conocedor, se puso a enumerar las pesadillas de nuestro país en términos de la delincuencia organizada y habló de la violencia en Tamaulipas, Zacatecas y Michoacán. No podría pasar inadvertido México para un ex fiscal general.
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“Fui (a México) un par de veces para ver si podíamos endurecer la columna vertebral de este presidente (López Obrador) que cree en los abrazos, no en las balas, y está perdiendo”, es la frase precisa que empleó Barr para señalar al despropósito presidencial.
Y documentó el “Culiacanazo”: “(López Obrador) convocó a 700 paramilitares con ametralladoras montadas en camiones para rechazar a las fuerzas del orden”.
Barr concluyó: “En ciertas partes de México, los cárteles usan miles de millones de dólares de las ganancias de las drogas para intimidar a políticos e influir en las elecciones, además de que reclutan y arman a combatientes capaces de confrontar a las fuerzas de seguridad del gobierno”.
Estamos hablando del mismo hombre al que le ocurrió algo ciertamente desagradable en una de sus visitas a México. Algunos periodistas estadounidenses publicaron sin apuntar nombres, que Barr, en su carácter de fiscal general en la era Trump, fue recibido por un funcionario de la 4T, pero no en su oficina sino en su lujosa residencia.
Los periodistas estadounidenses apuntan que Barr llegó en medio de un impresionante dispositivo de seguridad y que entró a aquella mansión en la que fue conducido por un asistente del funcionario mexicano, a una elegante sala.
Cinco minutos después, el funcionario bajó de sus habitaciones y recibió a Barr en pantuflas, vestido con una bata de seda azul, no porque estuviera enfermo, sino porque estaba en casa y así se sentía cómodo.
Dicen los periodistas de Estados Unidos que el hombre de la bata azul estuvo a un paso de producir una catástrofe binacional de no ser por las habilidades de Marcelo Ebrard para controlar la crisis.
Barr conoce bien México y no se diga a la 4T.
Probablemente tiene fundamento lo que comentó en su entrevista televisiva.
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*ARD