Pacto Fiscal de Enrique Alfaro
El 19 de noviembre, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, lanzó una iniciativa para activar la salida del Pacto Fiscal acordado con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
“(La idea) nunca fue de inicio salirse del Pacto Fiscal, era buscar un nuevo convenio, y si esa petición no era atendida, entonces tomar el camino de la salida “, señaló Alfaro en rueda de prensa, para de paso irse contra Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda.
Como suelen ser estas cosas, algunos elementos de la idea de Alfaro son buenos, pero otros de plano no aprueban la viabilidad técnica.
Para entender, hay que ubicar al Pacto Fiscal como un acuerdo entre la federación y los estados para la distribución de recursos obtenidos de recaudaciones como el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Impuesto Sobre la Renta (ISR), el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y, el Impuesto Sobre Automóviles Nuevos (ISAN).
En forma sencilla, se diría que la federación capta recursos provenientes de cada entidad federativa y hace una “vaquita” con ellos. Posteriormente enviará un dinero a cada estado, mediante la Recaudación Federal Participable y para ello, se basará en una serie de fórmulas que valoran la recaudación estatal, cuántos habitantes hay en cada uno y de ésos, cuánto son pobres. Por supuesto, el que parte y comparte se queda con la mejor parte.
Las Participaciones Federales son las transferencias acordadas en el Pacto Fiscal que hace la federación a los estados.
Alfaro ha señalado que “las Participaciones Federales se originan por una suspensión voluntaria de las entidades federativas a la recaudación de los impuestos más importantes, por lo que la distribución que haga la federación de estos recursos debería estar en función de cuánto éstas dejaron de percibir por estar adheridas al SNCF y no a un criterio redistributivo. Para esto, el Gobierno Federal tiene sus propios programas sociales los cuales tienen como objetivo compensar la falta de oportunidades”.
En una parte de la idea, Alfaro tiene razón, los programas sociales deberían ser los mecanismos compensatorios para los más pobres, no las Participaciones Federales.
El caso es que Alfaro explotó porque Jalisco entrega una enorme cantidad de dinero, siendo el tercer motor del país y recibe muy poco, unos 30 centavos por cada peso. En plena pandemia, el gobernador ya había protestado por las fórmulas que, diciéndolo sumariamente, “premian” al más pobre y un poco más al más habitado.
Si siguiera la inercia, los estados que más reciben dinero del Pacto Fiscal verían disminuido el recurso por recibir, mientras que los estados que no participarán en el pacto, se quedarían con la recaudación del ISR, IVA e IEPS, pero tendrían que asegurar una infraestructura de recaudación para hacer lo que hace el SAT federal.
En ese sentido, los estados de México que forman parte de la lista de los descontentos son: Aguascalientes, Coahuila, Colima, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Nuevo León y Tamaulipas, cuya característica es que todos son dinamos productivos que no andan viviendo de prestado con las Participaciones Federales.
Desde el punto de vista técnico, aún cuando Rogelio Ramírez de la O le tomara la palabra y Jalisco saliera del Pacto Fiscal, vendría un quebradero de cabeza espeluznante.
De la nada, Jalisco recaudaría sus propios impuestos.
Después de ello, vendría crear una maquinaria de convenios con los demás estados, considerando que los impuestos funcionan por cada etapa de la producción, comercialización y venta de los productos, como es el caso del IVA.
Si un producto se elaboró en Tlaxcala, se adiciona en Oaxaca y luego se expende en Jalisco, se tendría que establecer la base de cálculo, recaudación y devolución del impuesto, dependiendo de lo que fuera ocurriendo en toda la cadena.
Otro problema sería el cálculo del impuesto, a la hora en que la federación disminuye o aumenta al mismo y en Guadalajara tendrían que hacer malabares para identificar qué es lo que harían en esas condiciones.
Dicen los que saben que desde que Ernesto Ruffo lanzó la amenaza de salirse del Pacto Fiscal en Baja California en 1991, ha funcionado como bravata para negociar. Si no se cree, habrá que preguntarle a López Obrador que también hizo lo mismo en la Ciudad de México.
Pensando bien y en que Enrique Alfaro ya tuviera perfectamente diseñado el mecanismo técnico para lidiar con semejante cosa, hay un detalle, está a un paso de dejar el cargo de gobernador, por lo que seguramente no es muy lógico ni sensato pensar en algo así antes de entregar las llaves de la oficina a quien le suceda.
Como diría el clásico, “haiga como haiga sido”, Alfaro volteará las ollas hasta el último día de su mandato.
De las anécdotas que se cuentan
El pasado 15 de noviembre, el último modelo del Volkswagen Tiguan 2024 salió de la línea de pintura en la planta de Cuautlancingo.
Todo parecía ser el final de una historia.
Se fabricó aquí desde 2007.
Durante 17 años, Puebla produjo cientos de miles de unidades del Tiguan que se exportaron a mercados en América, Europa y Asia.
Fue en la Autoshow de Los Ángeles, el pasado 21 de noviembre, que el corporativo alemán Volkswagen anunció que la producción del modelo 2025 será en la planta de Puebla.
La Tiguan no se va.
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*ARD