El drama de Texcaltitlán
Los omnipresentes
Los apellidos Lujano y Huerta no son raros en Texcaltitlán (Estado de México) al menos en su Presidencia Municipal: Javier Lujano Lara (1979), Dante Lujano Huerta (2013-2015), Zoila Huerta Loza (2016-2018) y Javier Lujano Huerta (2009-2012; 2009-2012; 2021-2024) están ahí para comprobarlo.
Javier Lujano Huerta ha sido abanderado en sus tres periodos, del PAN, del PRD y de la coalición PRI-PAN-PRD, respectivamente. Algún encanto debió tener en el periodo 2022-2024 que fue coordinador de Autoridades Municipales del PRD mexiquense.
Se rumora que Lujano ha movido las aguas para que fuera admitido en Morena su propio hijo Roberto Lujano Peña, a efecto de que puedan manejar la alternancia pero sin democracia. Cacique sin partido ni feudo no puede llamarse cacique.
Texcaltitlán limita al norte con Temascaltepec y con San Simón de Guerrero; al este con Coatepec Harinas; al sur con Almoloya de Alquisiras y Sultepec; al oeste con Tejupilco y, seguramente su bendición maldita estriba en que encuentra al sur del estado en la Tierra Caliente.
La hecatombe
En diciembre de 2023, se escribió con sangre una de las páginas más extremas que el Estado de México ha vivido a manos de La Familia Michoacana. Hartos del expolio sistemático de los hermanos Hurtado Olascoaga y de la indiferencia criminal y genocida del Estado Mexicano, los pobladores de Texcaltitlán le plantaron cara al cobro de piso.
Con algunas armas de fuego, pero mayoritariamente armados con machetes y palos, los pobladores se crecieron al castigo y se armó una masacre, en la cual arrasaron con la célula que La Familia Michoacana intentaba cobrar el piso de la semana, del día, de la hora, vaya usted a saber.
El saldo fue de 14 muertos (de los cuales 10 fueron identificados como miembros de la célula criminal) y la desaparición de otras 7. En la refriega murió Noé Olivares Alpizar, delegado comunal del municipio.
Hasta enero de 2024, se encontraría a los 7 desaparecidos, en el municipio de Zinacantepec. Se trataba de una familia integrada por tres mujeres y cuatro menores de edad: Keyli (un año de edad), Dilan Tadeo Trinidad (4 años), Lucero (13 años), Edwin (14 años), Ana Teresa (19 años), Guadalupe (23 años) y Norma (36 años).
Los daños sin control
Tras la matanza, Lujano Huerta hizo lo que consideró más apropiado: esconderse, pero no estaba solo. Su coordinador de bancada en el Congreso local soltó una especie que señala que la complicidad es un cuerpo que se abraza a otro y así sucesivamente.
Omar Ortega Álvarez informó solemne a los medios “que se desconoce la razón por la que no se ha logrado la comunicación con el presidente municipal, pero desde su partido se le respalda, dado que la responsabilidad de seguridad relacionada con delincuencia organizada no le corresponde”.
“Él no es responsable de la violencia del municipio, recordemos que cuenta solamente con siete unidades y con 18 elementos de policías contra, pues imagínense ustedes vieron cuántos eran de la delincuencia organizada y los propios pobladores”, consideró Ortega Álvarez.
A botepronto, el vicepresidente de la Junta de Coordinación Política, Maurilio Hernández González, indicó que ni Lujano Huerta, ni su Cabildo les habían hecho llegar alguna petición relacionada con seguridad.
Entre esas declaraciones, se identificó que uno de los delincuentes linchados era Rigoberto de la Sancha Santillán “El Payaso”, líder regional de La Familia Michoacana, el mismo que mandó matar a una docena de policías municipales en 2021.
En ese tenor, los policías caídos eran municipales pero no responsabilidad del Ayuntamiento, de acuerdo a la lógica de Ortega Álvarez.
Tras la masacre, Lujano Huerta aseguró a los medios locales que “este municipio es tranquilo, es un hecho aislado el enfrentamiento entre integrantes del crimen organizado y elementos de la Guardia Nacional y la Marina”.
Lo cierto es que son incesantes los rumores de que Lujano Huerta y el senador Higinio Martínez Miranda tienen tratos con La Familia Michoacana y por lógica, el sostener al director de Seguridad Pública formaba parte del trato.
Los muchos cómplices
Previo a la refriega, “El Payaso” había citado a unas personas en una cancha de fútbol para cobrarles “piso” a razón de un peso por cada metro cuadrado de siembra de haba y avena. Evidentemente, el líder criminal no esperaba que una turba pasara a darle piso a él. Se comenta que fue una mujer quien lo apuñaló y después lo quemaron vivo.
Los delincuentes no iban desarmados: traían armas largas y equipo táctico, pero como diría el querido maestro Carlos Tornero Díaz, “la furia es un arma por sí sola”.
Los pobladores señalaron que los hermanos Hurtado Olascoaga tenían un acuerdo con Isidro Cortés, el director de Seguridad Ciudadana municipal, el personaje que se disparó a sí mismo, cuando unos agentes de la Fiscalía General del Estado que habían visto demasiados capítulos de CSI Miami le estaban leyendo sus derechos, mientras aquel tipo tenía el arma abastecida y no lo habían desarmado, pudiendo dispararles.
La masacre ocurrió mucho antes de que Harfuch emprendiera la Operación Enjambre, que permitiría desmantelar una pequeñísima fracción de la red de servidores públicos del Estado de México al servicio de CJNG, La Unión Tepito, el Cártel del Milenio y La Anti Unión.
De arquear las cejas fue que Lujano Huerta dejara que Isidro Cortés siguiera en el cargo tras todo lo que pasó en 2023. Y mientras tanto, se rumora que La Familia Michoacana está cobrando piso a los radicados en Estados Unidos que deseen regresar a Texcaltitlán.
La Familia, en Puebla
La Operación Enjambre ha demostrado lo que se sabe con claridad: existe una red de delincuencia organizada que cubre al Estado de México, Puebla y Ciudad de México. La fosa clandestina que se identificó en la calle San Antonio Abad de la colonia Miguel Hidalgo en Puebla Capital era una casa de seguridad de La Familia Michoacana.
Hace un par de meses, una familia llegó a rentar la vivienda. Ahí se sepultaron cuatro cuerpos, dos mujeres y dos hombres. El cateo del inmueble entre San Antonio y Claveles, permitió avanzar en la lógica que tanto los ocupantes de la casa como los ejecutados formaban parte de la estructura delictiva del Estado de México.
Como lo he señalado media docena de veces en distintos medios de comunicación, La Familia Michoacana nunca se ha movido de Puebla: cobra piso y comete distintos ilícitos en la entidad, sin omitir que se mueve con calma en varios mercados públicos de la capital, sin omitir la zona del Mercado de Sabores.
No todo es CJNG en Puebla: además de docenas de pandillas, también se mueven la Familia Michoacana y residuos de los Zetas, sin omitir los laboratorios de fentanilo del Cártel de Sinaloa y la presencia marginal del Cártel del Noreste.
Texcaltitlán y Puebla tienen a varios grupos de alto impacto que les hermanan. Y de esos lazos los hermanos Olascoaga siguen acumulando deudas impagables.
*BC