Encontró la muerte
La poblana Blanca Esmeralda Gallardo desde hace poco más de año y medio buscaba a su hija Betzabé, desaparecida cuando viajaba en motocicleta con su amiga Fabiola Narváez. La búsqueda por encontrar a la joven de 22 años y por lograr justicia en un posible caso de trata de mujeres le costó la vida cuando esperaba un autobús, el martes a las 5 de la mañana.
Un par de sicarios le dispararon hasta 10 tiros mientras se encontraba en la autopista México - Puebla, a unos pasos de la colonia Villa Frontera, donde vivía.
Con Esmeralda son cuatro madres buscadoras que han sido asesinadas en México en lo que va del año. Horas después de este crimen, los familiares de ella esperaron 30 horas afuera del Servicio Médico Forense para recibir el cadáver al que se le realizó la necropsia.
“Era alegre y amable a pesar del dolor que llevaba a cuestas. La mantenía viva la alegría y la esperanza de encontrarla”, contó una amiga que pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias.
Madre de otro niño de 12 años, Esmeralda se había quedado viuda pocos meses antes de la desaparición de Betzabé a causa de Covid. Su marido falleció y para sacar adelante a la familia empezó a manejar un taxi de plataforma para mantener a su familia.
La hija viajaba en moto junto a su amiga y vecina Fabiola Narváez, también desaparecida, alrededor de las tres de la tarde las dos fueron a hacer un depósito al banco y ya no regresaron. Cuando la familia trató de contactarlas, los teléfonos de ambas estaban apagados.
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Días después, el celular de Betzabé fue encendido de nuevo en la colonia Villa Frontera. La geolocalización mostró que el teléfono estaba en una casa donde vivía una pareja. Un hombre que fue asesinado en julio de este año entre Puebla y San Pablo del Monte y una mujer, atacada a balazos cerca de su domicilio, que fue detenida al salir del hospital como principal sospechosa de la desaparición de las jóvenes.
Pese a manifestar en repetidas ocasiones que estaba en peligro y que temía por su vida, Esmeralda Gallardo nunca recibió protección de las autoridades. Sin embargo, tampoco dejó de buscar. Ella también era una víctima indirecta de la violencia sufrida con la desaparición de su hija.
La mujer nunca descartó que el caso de Betzabé estuviera relacionado con la trata de mujeres, explotadas en los prostíbulos de Puebla o en Tlaxcala.
La propia Esmeralda narraba en una entrevista cómo un hombre la amenazó con una pistola en Tenancingo, Tlaxcala, cuando acudió a varios prostíbulos y bares preguntando por su hija. “He bajado a las barrancas, he rascado la tierra y mi hija no aparece ni viva ni muerta (...) pero yo no pierdo la esperanza de que ellas dos estén bien, porque Fabi tiene dos hijas y mi hija tiene una (...)”, decía Esmeralda sobre su nieta hace unos meses.
De acuerdo a una información publicada por Proceso, tanto la desaparición como la muerte de la activista tendrían que ver con una banda de narcomenudistas señalada por la Unión Popular de Vendedores y Ambulantes 28 de Octubre de haberse apoderado de una parte del mercado La Cuchilla.
En julio Esmeralda se quejaba del retraso en la investigación y de la información que tenían las autoridades para dar con los responsables. “Ha sido una tortura no saber en dónde está, desconocer si sigue con vida o no, si le pegan, si come, si la maltratan, es un dolor que no se le desea a nadie”, declaraba la madre en una entrevista a El Sol de Puebla.
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La Voz de los Desaparecidos lleva contabilizadas unas 3 mil personas desaparecidas en Puebla desde 2008, pero aseguran que son cifras conservadoras y que podría tratarse de muchas más. Este año la ONU hizo un llamado para que se refuerce la búsqueda de personas desaparecidas en el país. En todo México se calcula que este número supera los 100 mil.
El feminicidio de Esmeralda Gallardo se suma al de otras tres madres buscadoras asesinadas en el país durante este año. Rosario Rodríguez, en Sinaloa; Brenda Jazmín Beltrán, en Sonora y Ana Luisa Garduño, en Morelos.
Todas guardaban la esperanza de volver a ver a sus hijas e hijos y lo que encontraron fue su muerte.
De las anécdotas que se cuentan
Mony de Swaan Addati fue el último Comisionado Presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), entonces dependencia del gobierno federal que desapareció el 10 de septiembre del 2013 y dio origen al Instituto Federal de Telecomunicaciones.
Internacionalista por El Colegio de México y posgraduado en Política Comparada por la London School of Economics y la Universidad Hebrea de Jerusalén, Felipe Calderón Hinojosa lo nombró Comisionado de la Cofetel.
Ya había sido jefe de la Unidad de Vinculación y coordinador de asesores del director general del IMSS, director de Enlace con Gobierno Federal y Sociedad Civil y coordinador de Asesores en la subsecretaría de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación, de 2000 a 2002 y hasta consejero electoral de 1996 a 2000.
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Pasada su actividad en la Comisión, fue bajando su perfil hasta pasar inadvertido y se desempeña en la actualidad en su propio negocio, el Centro de Estudios e Investigación en Asuntos Públicos (CEIAP).
Pues Mony de Swaan dio el campanazo de la nada, al denunciar a Google y Apple ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
La denuncia de De Swaan contra Google y Apple es inédita en México, y ya se ha visto en la Unión Europea, Francia, Reino Unido, Alemania, Australia y Corea.
Opinadores no se plantean que vaya a ocurrir algo fuera de este mundo contra los dos titanes globales a los que el internacionalista se lanzó.
La pregunta más bien es si se trata de una iniciativa personal para regresar a los reflectores o está trabajándole la maquila de la demanda a alguien más.
Es duda sin práctica monopólica, mirando hacia su antiguo jefe michoacano.
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