Adiós al PRI

Del Reportero

Con la reelección del campechano Alejandro Moreno, los priistas se preparan a sepultar a su partido.

En 2018, año de la derrota en la que el PRI perdió la presidencia de la República y la mayoría de los puestos en juego, José Antonio Meade, el primer candidato presidencial sin militancia en la historia tricolor, obtuvo 7,6 millones de votos, lejos de los 18,7 millones que llevaron a Enrique Peña Nieto a Palacio Nacional en 2012.

Los priistas dejaron de ser la primera fuerza en el Congreso, perdieron 39 senadores de un sexenio a otro y 158 diputaciones. Pasaron de 22 gubernaturas en 2012 a 12 en 2018. Buscaron con urgencia a un bombero que prometió apagar el fuego, apareció Alejandro “Alito” Moreno, quien se reeligió el domingo pasado una vez más y podría llegar en esa posición hasta 2032.

El 18 de agosto de 2019, Alito llegó con la promesa de una profunda reforma interna, el compromiso de respetar a la disidencia y una victoria aplastante en el proceso partidista. Ganó con 1,6 millones de votos, más del 84% de los sufragios emitidos por los militantes y diez veces más que el segundo lugar, la exgobernadora Yvonne Ortega, quien renunció al partido días más tarde.

“El PRI cerró filas ante el aspirante que resistió el tsunami de Andrés Manuel López Obrador y se alzó como gobernador de Campeche, que aseguró tener todas las respuestas para revivir las viejas glorias y que juró que iba a resarcir el orgullo herido de los priistas. ´Para el PRI, ser oposición es coyuntural y regresar a gobernar es nuestro destino. A los priistas nos gusta ganar y por eso, vamos a ganar´, afirmó ante la militancia y la plana mayor” relata el periodista Elías Camhaji en el diario español El País.

Luego de la polémica alianza con sus ex rivales panistas y perredistas, el PRI aportó 5,7 millones de votos en las presidenciales de 2024, cinco veces menos que Morena. Se estancó en el Senado y se perfila a ser la quinta fuerza en la Cámara de Diputados, si se confirman las tendencias que adelantó el Instituto Nacional Electoral.

Ahora gobierna solo en dos de los 32 estados del país. Perdió cinco millones de afiliados, casi el 80% de su militancia, según cifras oficiales. Cuando esperaban que pusiera su renuncia sobre la mesa ante el fracaso, Alito impulsó una reforma a los estatutos que le abrió la puerta para perpetuarse hasta 2032.

“Semanas antes de la contienda interna, el PRI había recibido un nuevo golpe: su votación se redujo un 90% y quedó en penúltimo lugar en la lucha por la gubernatura de Baja California y fue último al perder casi la mitad de sus votos en la elección extraordinaria de Puebla, celebrada tras la inesperada muerte de la gobernadora Martha Érika Alonso.

“Alito inició su gestión con un mapa político fragmentado, pero que aún dominaban los priistas, con 12 gobernadores. El partido cedió plazas importantes como Jalisco y Veracruz en 2018, pero seguía controlando un corredor importante de entidades con personajes como Alejandro Murat en Oaxaca, Héctor Astudillo en Guerrero, Alfredo del Mazo en el Estado de México, Omar Fayad en Hidalgo, Quirino Ordaz en Sinaloa o Claudia Pavlovich en Sonora”.

Su primera prueba como dirigente fue en 2020, con dos elecciones en antiguos bastiones priistas que sorteó con éxito: la renovación del Congreso de Coahuila, donde obtuvo 16 de 25 diputados, y 32 de 82 Ayuntamientos en disputa en Hidalgo.

“Nada fue igual después de 2021. Morena y sus aliados ganaron 12 gubernaturas, ocho a costa del PRI: Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Colima, Guerrero, Tlaxcala y Campeche, el Estado natal de Moreno. El PAN se alzó con Querétaro y Chihuahua, donde no fue en alianza con los priistas. Movimiento Ciudadano tuvo un triunfo sorpresivo en Nuevo León con Samuel García.

“El tricolor se quedó con las manos vacías, pero la coalición opositora tuvo resultados más dulces en la Cámara baja. El PRI subió hasta los 70 legisladores en comparación con los 45 que tenía en 2018, se afianzó como tercera fuerza y arrebató la mayoría absoluta a Morena. Alito obtuvo un curul por la vía plurinominal. Y la capital se repartió en dos grandes polos, con nueve alcaldías para la oposición y siete para el oficialismo”.

Días después de la elección, se multiplicaron las voces que exigieron su salida de la dirigencia. A finales de junio, una batalla campal afuera de la sede nacional del PRI dejó un herido de bala, una imagen contrastante con la vieja disciplina partidista. Las sospechas de un pacto subrepticio con Morena se atizaron con las declaraciones de López Obrador tras las votaciones, al asegurar que Morena podría alcanzar la mayoría calificada en el Congreso con ayuda de los priistas. 

Fue hasta abril de 2022 que Moreno logró silenciar los rumores de que el PRIMOR iba a desplazar a Va por México, al fijar su rechazo a la reforma de AMLO.

La elección de 2024 fue un estrepitoso fracaso para los priistas y ante las demandas sustentadas de que Alito dejará la presidencia partidista, la respuesta fue modificar los estatutos y reelegirse, lo que hizo el domingo.

Las amenazas de expulsiones de sus críticos no son más que reducir su militancia y quedarse con los fieles, que cada día son menos, porque el poder dejó de cohesionar a los priistas y la imposición como caudillo terminó cuando lo fundaron en 1929.

El PRI pronto perderá su registro y no quedará más que decirle adiós.

 

De las anécdotas que se cuentan

Sentados en la mesa de una suite en el hotel Presidente, el gobernador Melquiades Morales le confirmó al presidente Vicente Fox lo que ya sabía.

-Sr. Presidente, soy priista y me moriré priista- le dijo

-Lo sé gobernador. Yo ni panista soy- respondió Fox.

Sólo fieles como Melquiades Morales se quedarán, los demás abandonarán al PRI.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Crisanto 

 

*ARD

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