El cobro de piso, sin escape

Inteligencia predictiva

El 28 de octubre de este año, Esther preparaba sus hamburguesas en un pequeño puesto de la alcaldía Iztapalapa en la Ciudad de México. Un grupo delictivo muy conocido en la zona, llamado “La Cadena Azul”, ya había visitado previamente a Esther para cobrarle el piso por vender sus alimentos.

Esther tenía un argumento evidente para no pagar: o compraba los insumos para vender sus hamburguesas y mantener a sus hijos o pagaba el piso. Pues, el 28 de octubre, la señora estaba preparando un pedido para un cliente que estaba ahí, cuando llegó un sicario: le disparó dos veces. Murió poco después.

Pregunté a los amigos en Iztapalapa y me dicen que los dueños de ese grupo delictivo son una mujer llamada Carmen Saldaña y Elí Homero Aguilar. Revisando los archivos, veo que este último personaje está muy metido en el movimiento territorial de Morena en Iztapalapa y en 2017 comenzó a adquirir relevancia por invadir predios y apropiárselos.

Justamente, Esther tenía un predio en la colonia El Triángulo, que se lo habían intentado despojar, así que la preguntas están en el aire: ¿la mataron por no pagar piso? ¿la asesinaron por el predio? O, ¿por ambas?

Esto ocurrió en la Ciudad de México. Revisando el caso de Puebla, los datos alarman, pero comienzo, citando las palabras eternas de Eduardo Rivera sobre el tema, del 7 julio de este año: “ningún comerciante o administrador de los inmuebles ha denunciado dicha acción ante las autoridades (…) Si hubiera al respecto alguna persona afectada, algún mercado que viva esta situación tiene el contacto directo con la Dirección de Mercados”.

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Recuperando la seriedad, explico el problema de Puebla Capital. Platicando con los amigos, coincidimos que el cobro de piso a negocios en la capital estatal llegó con los Zetas, más o menos a la mitad del sexenio de Mario Marín Torres y se salió de control con la llegada de Rafael Moreno Valle.

Recuerdo bien este último punto por una curiosa anécdota: un alcalde que impuso Rafael, era un tecnócrata que decidía asuntos relevantes, leyendo sus láminas de PowerPoint. Este hombrecillo vivía en otra dimensión.

Un día, exasperado por mis llamadas, tuvo la gentileza de pedirle a su número dos en el Ayuntamiento que me recibiera. Le expliqué cómo se conectaba el cobro de piso con funcionarios de su administración. El número dos me dijo que le diera nombres: no le di nombres, sino un diagrama de vínculos de 1 metro cuadrado, impreso en Plotter.

Mi visita terminó mal. No solo no volví a ser recibido por el número dos sino por su administración completa. El hombrecillo vive con modestia en su residencia de 30 millones de pesos en La Calera. Seguro la compró con crédito Coppel.

 

Pues, el cobro de piso en Puebla Capital tiene como nodo central a CJNG. Todos los grupos delictivos de alto impacto que usted conoce y de los que le he comentado largamente, pagan su tributo a esa organización y en mucho menor escala, a La Familia Michoacana.

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Los amigos me muestran los diagramas que han desarrollado. Hay cobro de piso en tres enormes bloques: restaurantes y cafés en zonas específicas, comercios en zonas populares y claro está, en mercados públicos. No cuento a los transportes públicos porque de esos ya me ocupé en otro momento.

En el caso de los restaurantes y cafés, el crimen organizado cobra lo suyo en el Centro, la Avenida Juárez, Huexotitla y Angelópolis. Dependiendo de la víctima, el dinero que se recauda va desde los 10 mil hasta los 200 mil pesos mensuales.

El calambre es muy efectivo: si el dueño del lugar no paga la cantidad, los delincuentes matan al azar a un cliente, cuando haya más gente o si acaso, optan por asaltar a los clientes adentro del establecimiento. El efecto es devastador porque los parroquianos se encargan de esparcir la especie que el sitio no es seguro y con eso llega la quiebra.

En el caso de los comercios en zonas populares, el tema espanta por la combinación de dos factores: de un lado, cada vez más aumenta la cantidad de clientes que piden fiado para hacer la compra de la semana y, el cobro de piso. Si se mezclan ambos componentes, el dueño de la miscelánea se las ve negras.

La botana del gobierno estatal de Puebla y del alcalde de la capital señala que si CJNG opera en el municipio, es un tema de competencia federal. Más divertido aún, ambos niveles de gobierno señalan que, si no hay denuncia, no hay delito que perseguir.

Supongo que el caso de Esther y su puesto de hamburguesas en la Ciudad de México, ejemplifica bien lo que ocurre en Puebla: no sirve de nada denunciar si no hay persecución de los delincuentes.

El asunto alcanza niveles de carcajada cuando las autoridades señalan con toda seriedad que si un comerciante es extorsionado, debe pedir ayuda al 911.

Mejor ni hablar del caso de San Andrés Cholula, que hace parecer lo de Puebla Capital como un cuento de hadas. Los alcaldes de ese lugar han vivido en la dimensión desconocida. Preguntando a los amigos, me señalan que la zona de los antros representa un ingreso cifrado en millones de pesos mensuales para CJNG y en forma claramente menor, para otros tres grupos criminales, vía pandillas zonales.

Por supuesto, el caso de San Andrés Cholula es más complicado porque el cobro de piso incluye que los dueños de los antros están obligados a vender narcóticos que los delincuentes les entregan: eso explica por qué carece de sentido la bobada de revisarle hasta las anginas a un adolescente antes de que entre al antro y salga de éste, cayéndose de la intoxicación.

En un caso similar se encuentra Momoxpan; los amigos me comentan del dueño de varios burdeles que funcionan como restaurantes de lujo. Reviso los archivos y veo que el empresario en comento huyó de Veracruz y abrió tales recintos en la zona. No lejos, observo que hay dueñas de inmuebles que habitan en San Pedro Cholula, que a la par que se han ganado la vida señalándose como víctimas de violencia política, les rentaron por años a botaneros en los que se expenden narcóticos sin mayor problema.

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La forma en que obtiene dinero la mujer de marras, establece un dilema: si usted tiene un local y lo renta a un grupo delictivo que expende narcóticos ahí, ¿se convierte en delito hasta que usted cae en desgracia política?

Y, por lo que se refiere a los mercados, es un verdadero lío, dada la cantidad de intereses que se mueven en dichas instalaciones. Los archivos señalan cobro de piso en: 5 de Mayo, Acocota, Central de Abasto, Héroes de Puebla, Hidalgo, Ignacio Zaragoza, Independencia, La Cuchilla, La Piedad, Morelos, Parral, Unión y, Xonaca.

Haciendo cuentas, un promedio del piso que un comerciante en cualquiera de estos mercados debe pagar a la delincuencia organizada, es de 500 pesos semanales, en el entendido que hay lugares “baratos” y otros sumamente caros, por la cantidad de consumidores que se presentan.

Sin embargo, los amigos alertan de otros mercados que tienen el mismo problema: los ambulantes o tianguis. Recuerdo que Christian Romero “El Grillo”, cuando inició su expansión por otros territorios, visitó personalmente a Los Lavaderos, cargando bolsas con docenas de narcóticos que repartió entre los tianguistas, como oferta inicial.

Por supuesto, no pocos de esos vendedores informales se dieron cuenta demasiado tarde que los narcóticos que les regaló ese personaje, se convertirían en una pesadilla, pues pasaron en un parpadeo a ser una especie de cobro de piso y esclavitud de la que no pudieron zafarse, acaso cambiaron de amo.

En general, éste es el panorama del cobro de piso en Puebla Capital, una actividad que rinde docenas de millones de pesos al mes, un impuesto criminal que lo mismo enriquece a grupos de alto impacto que a quienes con su silencio y omisión, son cómplices de una actividad que ahora mismo, luce imposible de erradicar bajo las estrategias de los gobernantes.

 

*BC