La crisis de Monterrey
En 1996, el más importante de los prospectivistas en ese entonces, Alvin Toffler, publicó un libro que retrataba en buena parte lo que ocurre ahora mismo en el mundo. Su obra se titula “Las guerras del futuro”.
Una de las mayores sería la del agua, predijo el erudito. Se refería a que el agua potable iría convirtiéndose en un motor para que distintas naciones se agredieran entre ellas. Ha pasado un cuarto de siglo y las visiones de Toffler son más que nunca, vigentes.
En Monterrey, el estado de Nuevo León tiene el epicentro de una guerra salvaje por el agua, no contra un Estado invasor sino contra la indiferencia por parte de numerosos gobernantes que hicieron caso omiso de la emergencia que llegaría tarde o temprano.
Todos los especialistas coinciden en que las presas que hidratan a la maquinaria industrial de México, están a menos del diez por ciento de su capacidad o tienen algo más pero su volumen es demasiado pequeño para atender la demanda.
Es tan agresivo el panorama que la Secretaría de Educación Pública neolonesa, lanzó una serie de ordenamientos con carácter de obligatorio desde el 8 de junio. Y las medidas serían auténtica ciencia ficción, de no ser por la necesidad que las impulsó.
Entre otras cosas, apunta el comunicado oficial lo siguiente:
“La jornada escolar se llevará a cabo en los siguientes horarios: Preescolar: 8:30 a 11:00 horas para turno matutino y de 14:00 a 16:30 horas para turno vespertino; Primaria: 7:00 a 11:00 horas para turno matutino y de 13:00 a 17:00 horas para turno vespertino. Centros de Atención Múltiple (CAM): Modificarán su horario de acuerdo al nivel educativo y turno. Secundaria: 7:00 a 11:00 horas para turno matutino; turno vespertino de 13:00 a 17:00 horas y de 18:00 a 22:00 horas para turno nocturno. Educación Media Superior y Superior, así como Instituciones Formadoras de Docentes Públicas, continuarán con los horarios habituales”.
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Pero es no es todo.
Hay algo más inquietante: la Secretaría de Educación pidió a todos los alumnos llevar un recipiente con por lo menos un litro de agua para su consumo en la escuela. En otras palabras, el agua no alcanza para los bebederos.
Y no es para menos si se considera que en cuestión de semanas, la autoridad educativa ha entregado casi 250 mil botellas de agua, para unos 41 mil alumnos.
Indignado, un senador escribió en Twitter, en 2018: “Desde hace varios años, Nuevo León sin Línea 3 del Metro. Próximamente, Nuevo León, sin agua. Esto pasa cuando se prefieren las elecciones en lugar de gobernar”.
Ese senador se llama Samuel García, el mismo gobernador actual que ahora se queja por lo que no sabe resolver.
El chiste se cuenta solo, de no ser tan grave la tragedia para los habitantes de la ahora deshidratada Sultana del Norte.
De las anécdotas que se cuentan
Al bunker de la colonia Doctores llegó detenido José Roberto Uribe Ruiz, quien se desempeñó como director de la Unidad de Inteligencia Cibernética durante la gestión de Miguel Ángel Mancera como jefe de Gobierno en la Ciudad de México.
Las credenciales de Uribe Ruiz son suficientes para suponer que estaba enterado que irían por él y que debía entregarse sin hacer lío. Su detención era asunto de tiempo, pues la hebra siempre se rompe por lo más delgado: él era el operador de un centro de intervención electrónica que Héctor Serrano supervisaba constantemente, dicen los enterados.
Uribe Ruiz estaba a cargo de un área sensible a más no poder, ahí se vigilaba electrónicamente cada paso de Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, además de hacer lo propio con docenas de personajes que le interesaban a Mancera, desde periodistas, pasando por políticos y hasta gente del espectáculo.
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Uribe era el operador técnico del proceso de intervención, pero Héctor Serrano, uno de los hombres de mayor confianza de Mancera, era quien se aseguraba que su trabajo no tuviera tribulaciones: desde conseguir al edificio donde albergaban a esos equipos hasta el pago de los especialistas que ahí laboraban.
Por años, los técnicos del edificio de Manuel Márquez Sterling, en la colonia Doctores, trabajaron sin contratiempos. Fue hasta septiembre de 2020 que López Obrador dio señales a la Fiscalía capitalina para que cobrara la afrenta.
Serrano fue secretario de gobierno con Mancera y sus alfiles para estos temas, de acuerdo a la indagatoria eran, además de Uribe, Gustavo Alberto Caballero Torres, director de Instrumentación de Políticas y de Tecnologías de la Información y, Roberto Hernández Reyna, responsable de la operación técnica en las instalaciones de Márquez Sterling.
Dicen los expertos que el equipo para intervenir a docenas de personas, era pequeño, no más de diez personas, pero disponían de la tecnología más sofisticada para hacer su trabajo, siendo Serrano el que se encargaba que el presupuesto no fuera un inconveniente.
Serrano no es un personaje menor, independientemente de que ahora mismo es diputado federal: es uno de los codueños del PRD en la Ciudad de México, considerando que dirige a la corriente política “Vanguardia Progresista”, propiedad de Mancera.
Como se sabe, esta corriente tiene a notorios alfiles de Mancera en el trasiego del poder en la capital del país: Dione Anguiano Flores y Eduardo Venadero Medinilla.
Por lo anterior, es de entenderse que el mensaje es la detención de Uribe, pero el destinatario es Mancera, lo que significa que algo podría ocurrir con Serrano.
Es de entenderse que la debacle de Mancera no solo es política, sino personal, considerando que 2024 es la próxima meta y en Palacio Nacional ya saben a quien quieren colocar como Jefa de Gobierno.
Se afilan los cuchillos largos.
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