Amozoc y las cuentas del caos
La Fiscalía General del Estado de Puebla apunta en sus registros de incidencia delictiva que, de enero 1 al 31 de abril de 2022, el municipio de Amozoc lleva al menos, 8 homicidios dolosos, 57 ataques con lesiones dolosas, 274 incidencias por robo (de las cuales, 71 son contra vehículo automotor) y 14 desapariciones de personas.
En ese municipio ocurren cosas extrañas: lo mismo se ubica a líderes intermedios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que vivían apaciblemente mientras dirigían a distancia las operaciones de su gente en algún lugar de Veracruz, que se encuentran cuerpos de personas ejecutadas que fueron levantadas previamente en algún rincón de San Andrés Cholula.
Los territorios en los que el delito acecha a cada momento, son de todos conocidos.
Si se quiere saber de robo de autos y camionetas, ahí está la Junta Auxiliar de San Salvador Chachapa, auténtico agujero negro contra cualquier automotor.
Si se buscan operaciones de sicariato y homicidios dolosos en lo general, está el barrio de la Preciosa Sangre.
Los narcóticos se expenden abrumadoramente en La Concepción y en San Andrés Las Vegas.
Las tiendas de conveniencia son permanentemente asaltadas y los vecinos se preguntan sobre qué ocurre en San José las Flores y San José la Laguna.
En el mismo tono, las personas que rondan por los fraccionamientos “Los Duraznos” y “Los Encinos” se preguntan qué han hecho para que la violencia se haya apropiado de sus calles.
Y, sobre todo, se señala con insistencia si la autoridad municipal no está enterada que los robos industriales de gas LP se mueven hacia Puebla Capital, vía San Miguel Espejo.
Todo se sabe. Todos lo conocen.
Menos aquellos que deben tomar las riendas de un lugar que fue abandonado por la tranquilidad desde hace años.
De las anécdotas que se cuentan
Dicen los que saben que la crisis por la escasez de agua potable en Amozoc, Acajete y Tepatlaxco, se originó de manera artificial, hace unos diez años, cuando se municipalizó el suministro, politizando el abasto del vital líquido.
A partir de entonces, alguien tuvo una maravillosa idea, ofrecer servicio de pipas a precios bajos, para atender la demanda del agua. Y ese alguien debía tener capacidad para cubrir las necesidades de los tres municipios, lo cual implica el acceso ilimitado a un pozo.
Y así fue. El negocio ha sido redondo.
Millones de pesos mensuales llegan a los bolsillos de unos pocos, si se considera una obviedad que debería ser el punto de arranque para una investigación seria.
Si en los tres municipios hay escasez de agua, ésta debe de ser entregada desde otro municipio o de pozos clandestinos.
La solución al enigma es La Floresta, en las inmediaciones de La Malinche. Y casualmente hay tres pozos, uno por municipio, para atender la demanda sin dilaciones y recibir el dinero de una población cautiva, que no tiene opciones para hacerse del agua de otra manera.
Los lugareños no tienen la menor duda de quienes son los integrantes de este cártel del agua.
Como se sabe, los economistas le llaman cártel a un oferente de un producto o servicio, que tiene el control total del mercado y que puede establecer las condiciones que se le ocurran sin que los consumidores puedan hacer algo al respecto.
Se comenta que el volumen del negocio está claro, repartiendo la mayor parte de los beneficios entre los integrantes de este cártel en Amozoc y Acajete, dejando una porción modesta para Tepatlaxco.
Cosas raras ocurren en estos municipios, desde el robo de combustible hasta la extorsión y ahora, el obligar a miles de personas a comprar agua con un grupo de proveedores que trabajan para los mismos dueños.
El riesgo de una reacción ciudadana está latente y alguien debería tomar cartas en el asunto.
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