¿A quién le sirve el PRI?
La pregunta puede conseguir una respuesta inmediata: a nadie, pero no es tan simple porque hay militantes y creyentes de los principios de ese partido que merecen respeto, no ocurre lo mismo con sus dirigencias nacional y la estatal poblana, más preocupadas por sus intereses particulares y sus proyectos, pero no por una fuerza política de oposición, que sea una alternativa a la que actualmente gobierna el país.
Un ejemplo de ello, es el discurso que pronunció el dirigente estatal, Néstor Camarillo, en el contexto del Informe del gobernador Barbosa, donde avaló el trabajo del exsenador y dijo que si respaldan sus acciones es por las “situación extraordinaria” causada por Covid-19.
“Por ello los priistas no seremos dique ni ancla a las acciones que promuevan la justicia, la paz social, el estado de Derecho y el desarrollo económico, porque sabemos trabajar sin distingo de colores”, dijo un integrante del opositor Va por Puebla.
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Destacó que han promovido acuerdos entre sus alcaldes y el gobierno estatal, si es así qué caso tiene que sean aliados de Acción Nacional con quienes aspiran recuperar el poder en 2024.
El fin de semana pasado realizaron su 23ª Asamblea Nacional y sus líderes Alejandro Moreno y Rubén Moreira están fuera de la realidad y si siguen así serán un fardo para Va por México.
Moreno se atrevió sugerir que puede ser candidato presidencial con posibilidad ganar en 2024 y Moreira presumió que ya habían “corrido a patadas el neoliberalismo que les impusieron”. ¿De cuándo acá tan ocurrentes y valientes?
En Puebla, cuando en el discurso privilegian la unidad, Camarillo están pagando una campaña de robots en redes sociales para descalificar a su compañero Juan Carlos Lastiri, dirigente local del sector Popular, acusándolo de buscar alianzas con el senador Alejandro Armenta por una comida de la LV Legislatura Local, en la que hubo diputados de todos los partidos y se habló de todo, menos de apoyar un determinado proyecto político.
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Quien usa y necesita a los priistas todos los días es el presidente Andrés Manuel López Obrador, que los usa como ejemplo de la corrupción prohijada por el neoliberalismo y ahora los reta a que aprueben su Reforma Eléctrica para lavar sus culpas y honrar a priista como Adolfo López Mateos, el presidente que estatizo la industria eléctrica en la década de los sesenta del siglo pasado.
Los desacredita, pero necesita sus votos, es una forma de usarlos y burlarse de ellos.
En Puebla los priistas si siguen como van nada podrán hacer en 2024. No tienen figuras competitivas para la gubernatura, la presidencia municipal de Puebla, senadurías y diputaciones, si quieren posiciones tendrán que ir aliados y en la cola de Acción Nacional.
Sus tiempos de poder y partido único son parte de los libros de historia y recuerdos nostálgicos, los priistas poco aportan y sirven a la competencia partidista, tanto que sus líderes sólo se preocupan por sus intereses y dejan el escenario de su pasado de Nacionalismo Revolucionario a López Obrador y a Morena.
Aquel gran partido se acabó, hoy solo queda un mal recuerdo con el estigma de la corrupción.
De las anécdotas que se cuentan
Hace algunos días, se publicó sobre la posibilidad de que Santiago Nieto terminara siendo investigado y procesado por pedir un módico diez por ciento a los empresarios que, se dice que se arreglaban con el jurista para cambiar sus capitales de paraíso fiscal, antes de que se les viniera encima la justicia.
Pues, el 8 de diciembre, la prensa soltó las amarras del tema: “El que fuera titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del gobierno de Andrés Manuel López Obrador entre 2018 y 2021, Santiago Nieto Castillo, amasó un ingente patrimonio inmobiliario durante su gestión (…) de acuerdo con el portal Declara Net, mientras el funcionario encabezaba la UIF adquirió cuatro inmuebles y un vehículo de lujo con un valor de 40 millones de pesos”.
Por supuesto, las acusaciones no son infundadas. En su declaración ante Hacienda, Santiago Nieto señaló un salario de 107 mil pesos mensuales. Suponiendo, sin conceder, que todos sus bienes los está pagando a crédito. ¿Cómo le hizo para que un ingreso de 100 mil pesos le alcance para que le autorizaran semejantes adeudos?
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Nieto soltó una explicación anodina.
“No hay nada que esconder. Aumentaron mis deudas, no mi patrimonio. La información del crédito mancomunado que obtuve es pública y mi esposa y yo lo estaremos pagando por 20 años. Todo está declarado ante el SAT y ante la SFP”. Recién casado, ya había estrenado codeudora y una notable deuda, tasada en docenas de millones de pesos.
¿Se atreverán a procesar a quien tiene un expediente de las cuentas ocultas de integrantes de la 4T? Es duda con ambiente guatemalteco.
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*BC