Malas horas para la UIF
Dicen los que saben que cuando fue designado Santiago Nieto, como director de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, hizo arquear las cejas de más de un integrante de las áreas de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos, porque de ninguna manera podría considerársele un experto en el tema.
Y así es.
Revisando su perfil, no hay experiencia real y probada de que el doctor Santiago Nieto fuera, antes de su nombramiento en el gobierno de la 4T, un especialista en delincuencia organizada ni en búsqueda de dinero procedente de organizaciones criminales en la economía nacional y mundial.
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Su perfil era otro, el de un académico de altos vuelos metido en temas específicos de delitos electorales.
Siempre se le había visto al queretano así, desde que José Luis Soberanes lo cobijó y en ese momento, inició un vuelo complicado e incierto hasta la sólida posición a la que dejó el pasado 8 de noviembre.
Ahora, cuando los estadounidenses tenían algo de confianza en que las capacidades técnicas del doctor Santiago Nieto podían compensar su falta de experiencia, viene su despido.
Y para el gobierno de México viene algo que todavía no puede mesurarse, el arribo del político izquierdista Pablo Gómez en un área de altísima calificación técnica en la persecución del delito.
Los expertos consultados señalan que, a la llegada de Santiago Nieto a la UIF, algunos de sus mejores perfiles, los más capacitados y certificados en el extranjero, salieron de ese lugar y se instalaron en despachos corporativos.
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El motivo siempre fue el mismo, ya que no tenían afinidad alguna con la 4T y por eso fueron despedidos.
En verdad preocupa el arribo de Pablo Gómez, ex dirigente nacional del Partido Comunista Mexicano, a una responsabilidad técnica y de inteligencia como esa.
Ahí está el caso del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que, con Leonel Cota Montaño se fue directamente al abismo y con un presupuesto ridículo está a un paso de la extinción.
No se anuncian los mejores tiempos en el combate a la corrupción, un eje fundamental en la oferta política de López Obrador.
De las anécdotas que se cuentan
Dicen los fieles seguidores de Andrés Manuel López Obrador que hay que obedecer sus mandamientos, a saber: “no mentir, no robar, no traicionar”.
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Y para que no quede duda de que tales asertos son fundamentales en la vida, no solamente está esa sencilla frase, sino existen una “Constitución Moral” y la “Guía ética para la transformación”.
Pues, por si se andaba con el pendiente, el inquilino de Palacio Nacional se presentó en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ahí soltó su más reciente versión sobre un nuevo tema en su agenda, el “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar”.
No hay que confundirse.
No se trata de una tira del Cuarto Reich, es una propuesta para que las naciones del mundo entero se porten bien, de acuerdo a la terminología que se usa por el momento en las oficinas de la Presidencia de la República.
El plan busca “garantizar el derecho a una vida digna a 750 millones de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios”.
Y para eso ya hay una triple estrategia:
- Cobrar una contribución anual del 4 por ciento de los ingresos de las personas más ricas del mundo.
- Hacer lo propio con un impuesto equivalente al mismo monto de las mil corporaciones privadas más poderosas del planeta.
- Y, nada menos que el cobro del 0.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de cada país integrante del Grupo de los 20 (G20).
Antes que siquiera pensar en las carcajadas que soltaron desde el martes pasado en las oficinas de Shell, Apple o General Dynamics, los malosos se preguntan si esta triple estrategia ya se empleó en México, incluyendo a todos los integrantes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios o como se le quiera llamar en este momento.
Es pregunta sin asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
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*ARD
