Y ahora, Xicotlán

Del Reportero

Apenas el 31 de diciembre pasado se dio un enfrentamiento entre miembros de la delincuencia organizada contra la Marina, en donde cayó abatido uno de los criminales, quien resultó ser familiar de la presidenta municipal de Petlalcingo.

Las autoridades todavía no terminan sus investigaciones en aquel municipio, cuando ahora se dio un episodio parecido en Xicotlán.

Xicotlán es un municipio gobernado por Alberto Cayetano Morales Ramos (2024-2027), con apenas 1 mil 400 habitantes, colindante con Chiautla, Cohetzala, Chila de la Sal, Ixcamilpa de Guerrero y Albino Zertuche.

El pasado 7 de enero, Luis Alfredo, sobrino del presidente municipal y chofer del DIF municipal, fue asesinado a tiros frente a una escuela primaria, en un horario donde padres y niños podrían encontrarse en las inmediaciones de la institución.

Y, el 3 de diciembre de 2024, elementos de la policía estatal detuvieron a 2 hombres en Ixcamilpa de Guerrero, en el tramo carretero de terracería conocido como Basurero, en la carretera Ixcamilpa de Guerrero-San Miguel Toltecamila. 

Los detenidos viajaban a bordo de un vehículo que circulaba zigzagueando sobre la vía, por lo que los agentes procedieron a interceptar la unidad.

Al revisar al Tsuru, los policías encontraron costales de color blanco que contenían al menos 36 kilos de marihuana, por lo que el conductor y su acompañante fueron remitidos al Ministerio Público de la ciudad de Puebla. 

Los detenidos, Juan Crispín y Asriel serían hermano y sobrino del presidente municipal del Xicotlán, Alberto Cayetano Morales Ramos, respectivamente.

Tal vez tengan razón los especialistas que claman porque todo candidato a una presidencia municipal pase por pruebas de control de confianza.

Si no, se seguirán viendo esta clase de desafortunados eventos en nuestra entidad.

 

De las anécdotas que se cuentan

Es motivo de comentarios en distintos ambientes políticos, el que el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, esté viviendo intermitentemente en el estado de Sinaloa, como una especie de secretario bis de Seguridad Pública estatal.

La opinión es unánime. El súper policía tiene demasiadas cosas que hacer como para estar atendiendo a domicilio a la guerra que se detonó en las narices del gobernador Rubén Rocha Moya.

Del otro lado, las cosas arden. La Barredora sigue en su guerra caníbal contra CJNG en el estado de Tabasco; Guanajuato es una tea sin control, considerando el pleito entre CJNG y el Cártel Santa Rosa de Lima; no se diga en Michoacán, adonde los desastres entre cárteles y autodefensas son de todos los días.

En el Estado de México, un sinnúmero de pandillas de alto impacto se ha enfrascado en una diatriba interminable contra la Nueva Familia Michoacana, que quiere adueñarse de la mayor porción de la entidad, no se diga en Ecatepec, tierra de nadie.

Y, está a un paso de que estalle la amenaza de Donald Trump de nombrar organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos, lo cual debería ser motivo para que se estuviera trabajando en los medios de atención pertinentes a lo que vendrá.

En ese contexto, son legión los analistas que se preguntan cuál es el motivo para que la doctora Sheinbaum tenga a su súper secretario metido en una guerra estatal.

No parece buena idea poner al arquitecto de la seguridad pública federal en un solo lugar, atendiendo una crisis que no tiene para cuando terminar.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Crisanto

 

 

*ARD

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