El 1 de abril, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se disponía a abordar su camioneta, tras haber sostenido en el Gimnasio de Bachilleres de Ciudad Juárez, una reunión con trabajadores del Banco del Bienestar, cuando un grupo de migrantes lo interpeló.
El contexto era obvio: la muerte de 39 migrantes que estaban encerrados en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM), dependiente de la Secretaría de Gobernación federal.
Los migrantes que se acercaron al tabasqueño no obtuvieron nada, como tampoco obtuvieron algo los 29 migrantes hospitalizados adonde el mandatario fue a tomarse la foto y soltarles un inextricable, “ojalá sanen”.
A cambio, docenas de bots señalaron de inmediato que los migrantes que querían hablar con López Obrador, se le habían acercado violentamente, algo que no fue así.
El 27 de marzo, docenas de migrantes estaban encerrados en una prisión administrada por el Instituto Nacional de Migración. No es exageración ni mentira decir que se trata de una prisión, considerando que los barrotes, cerraduras y candados que han sido exhibidos en videos y redes sociales, no dan lugar a dudas.
Se sabe con claridad que al menos un migrante decidió prenderle fuego a varios colchones, a modo de protesta por dos motivos: las condiciones de hacinamiento y el que sería enviado a otro punto para finalmente iniciar el viaje a su nación de origen.
No hay la menor duda que el incendio no fue generado por causas fortuitas. Está plenamente identificado que uno de los indocumentados fue el que puso en marcha el fuego.
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Arrasando colchones y ropas, el incendio se salió de control y los operadores de la estación no optaron por dos medidas obvias: entrar a la zona afectada y combatir el fuego, además de desalojar a los migrantes, a sabiendas que la escasa ventilación del lugar no sería suficiente para salvarlos de una muerte segura por inhalación del humo.
Aún falta un video por filtrar a la prensa pero que tarde o temprano saldrá a la luz: el de las cámaras al interior de la zona donde estaban encerrados los migrantes.
Así, hay un rosario de frentes abiertos por los que no cabe la menor duda que Ciudad Juárez será para López Obrador, la Guardería ABC (2009) de Felipe Calderón o los 43 de Ayotzinapa (2014) para Enrique Peña Nieto.
Primero, a evasión de toda responsabilidad por la dependencia que encabeza Adán Augusto López, señalando en forma inverosímil que el INM depende de Marcelo Ebrard, algo imposible de probar.
Segundo, la versión corregida de Adán Augusto al señalar que Ebrard ya no era el responsable del tema sino una comisión a partir de un decreto, mismo que efectivamente habla de política migratoria, no de la operatividad del INM.
Tercero, el deslinde que dio Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Ciudadana, a Augusto López y en forma tangencial a Ebrard, concentrándose en señalar que habría detenidos y posteriormente echó la culpa a un proveedor de seguridad privada.
Evidentemente, tanto los personajes operativos del INM y los del proveedor que aparecen en el video, responden a una cadena de mando. Y esa cadena lleva directamente a Francisco Garduño, titular del Instituto. Es imposible ocultar ese vínculo formal, organizacional.
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Las 6 órdenes de aprehensión que obsequió la Fiscalía General de la República no han ido hacia los responsables directos de la operación de esas instalaciones en Ciudad Juárez y en la Ciudad de México.
La tragedia de Ciudad Juárez ya le dio la vuelta al mundo entero y nada podrá hacerse para evitar que quede integrada al panteón de deudas que el Estado Mexicano tiene con millones de indocumentados centroamericanos y de otras regiones.
En forma oportuna, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), calculó que, desde 2014, 7 mil 661 migrantes fallecieron o desaparecieron en el trayecto hacia Estados Unidos y 988 perecieron en accidentes o por viajar en condiciones infrahumanas.
El incendio de Ciudad Juárez no solo refleja la incompetencia criminal y el desdén por la vida; forma parte de una serie de concesiones que el gobierno federal dio al de Estados Unidos cuando estaba Donald Trump.
La historia de esas concesiones tiene título (“Quédate en México”) y pueden leerse en un libro: “Never give an inch: fighting por the America I love” (“Nunca cedas una pulgada: peleando por la América que amo”) de Mike Pompeo, exsecretario de Estado.
¿Cuál será la próxima Guardería ABC, los siguientes 43 y la Estación Migratoria incendiada del futuro? Ya se verá, lamentablemente.
*ARD