La Marina Armada de México es la mayor especialista en temas del cártel de Sinaloa. Quien podría dudarlo. Pues, entre tantos documentos filtrados por los Guacamayas, figuran casi 40 que atienden un tema analizado por los marinos, el Centro Nacional de Inteligencia y la Sección de Inteligencia Militar.
Más allá de diagramas de vínculos, destaca un escrito prospectivo, en el que se deduce que la captura definitiva de Joaquín Guzmán Loera en 2016, incrementó de manera sustantiva las diferencias entre distintos personajes de esa organización, acentuando cuatro bloques.
En menos de 7 años, esos bloques terminaron por convertirse en grupos criminales que son independientes, pero que a través de un conjunto de acuerdos operan a manera de una federación, que todos conocemos como Cártel de Sinaloa o Cártel del Pacífico. Tales bloques son los siguientes:
“Los Menores”
Coloquialmente llamados “Los Chapitos”, dirigidos por los hijos de Joaquín Guzmán Loera, este grupo tiene como principal líder a Iván Archivaldo Guzmán Salazar. La especie que sostiene a este grupo es obvia, aunque discutible: son los hijos de uno de los fundadores, lo que según ellos sería argumento automático para mantenerlos a la cabeza de la organización.
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Sin embargo, como ocurre en las empresas privadas legítimas, no es suficiente ser heredero para realmente dirigir una corporación, máxime una multinacional. Y en ese tenor, el apostarle su resto al fentanilo hacia los Estados Unidos no parece ser una buena idea, considerando la estela de muertos que está dejando su consumo en aquella nación.
“El Mayo”
Se trata de la facción propiedad de Ismael Zambada, líder indiscutible del Cártel de Sinaloa junto a Joaquín Guzmán Loera y que, a la captura de éste, se vio inmerso en una vorágine de rebeldías y ambiciones por parte de los hijos del tres veces fugado.
Zambada es uno de los veteranos más importantes del crimen organizado en México, proclive a la negociación, lo que ha generado hasta el momento que no pocos problemas producidos desde el bloque de “Los Menores” no hayan terminado por pulverizar el endeble conjunto de acuerdos que mantiene aún como cártel a la estructura mencionada.
“Los Guanos”
Bajo la dirección de Aureliano Guzmán Loera, hermano de Joaquín, su influencia es precisa en ciertas zonas de Sinaloa, Durango, Chihuahua y Guerrero.
Los marinos y militares observan que este personaje tiene una base social limitada y más bien se le considera conflictivo, sin omitir que se le ubica como uno de los motores que encendió una guerra que ha durado años con la organización Beltrán Leyva y sus remanentes.
Por supuesto, para algunos analistas, Aureliano podría llevar cierta ventaja a juzgar por fotografías que fueron divulgadas por medios de comunicación, respecto a una visita de Andrés Manuel López Obrador a Badiraguato el 29 de marzo de 2020 y que terminó en desmentidos que no fueron contundentes.
“Los Caros”
Facción de Rafael Caro Quintero, hombre de la vieja guardia que también es negociador, parece tener mayor cercanía con Ismael Zambada, pero se mueve en condiciones tales que a ratos hace suponer que tiene acuerdos con otras organizaciones criminales.
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La debilidad mayor que se le ubica a “Los Caros” es que, al tener a su principal liderazgo en prisión, terminen por ser absorbidos, ya sea por los radicales (es decir, “Los Menores”) o de plano, por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El futuro
Las preguntas, tanto de los marinos como de los militares y de no pocos analistas, se inscribe en ubicar cual será el futurible más certero para una organización compleja como el Cártel de Sinaloa. En realidad, hay dos futuribles que están interconectados entre sí y que dejan ver el costo de oportunidad de lo que es natural: la potencial muerte de Ismael Zambada, un hombre que apenas cumplió 75 años el mes pasado.
Diabético, se comenta que es un personaje disciplinado que se cuida mucho. Con todo, es un hecho que a su muerte ocurrirán muchas cosas al interior del cártel, pero ninguna buena.
Puede considerarse a nivel de certeza que “Los Menores” han sido contenidos en sus ímpetus por los oficios de Zambada, así que la muerte de este último solo será el pistoletazo de salida hacia una escalada sangrienta para hacerse del dominio de la organización entera por parte de los jóvenes Guzmán.
Sea lo que sea, más vale que en los pasillos del poder castrense sepan lo que hacen. El 29 de julio de 2010, fue cosido a balazos Ignacio Coronel Villarreal, en Colinas de San Javier, Zapopan. Un grupo de élite militar fue por él a su casa y ahí quedó tendido el tío de Emma, que se presentaba como ganadero, dueño de agencias de autos y comerciante.
En aquellos años, no pocos nos preguntamos quién ganaba y quién perdía con la muerte del número tres del Cártel de Sinaloa. No pasó demasiado para que apareciera el ganador absoluto: Nemesio Oseguera. Tras la muerte de su jefe, en un parpadeo se encargó de crear al cártel más violento que el país ha conocido, después de los Zetas.
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Eliminar a Ignacio Coronel no tenía mucho sentido. Cuando CJNG arribó al poder, no pocos hemos pensado que algo extraño se había gestado en el país, en donde nació un cártel que terminaría por feudalizar a buena parte del territorio nacional.
La estructura del Cártel de Sinaloa no es cosa menor. Si manos inhábiles la tocan, pueden crear tres grupos de alto impacto que desaten el caos sobre los territorios que anhelan. Ya se sabe que con torpeza y ambición se fortalecen las complicidades. Más vale que los decisores sepan lo que hacen.
*ARD