Pedro Francisco Jaramillo es uno de esos personajes que saben sacarles partido a sus estancias en prisión. Ha sido puesto en libertad por obra y gracia de “la puerta giratoria”, ésa que ayuda a que el promedio de esclarecimiento de un delito en México, sea del 1 por ciento.
Preso en 2003 y en 2017, sin olvidar un par de traslados a penales federales en Sonora y Oaxaca, Pedro Francisco conoció en una de esas estancias carcelarias a un personaje con el que hizo amistad: su compañero de celda fue José Mauricio Hernández Gasca, a quien en las calles se le conoce como “El tomate”.
En su palmarés criminal, José Mauricio desarrolló una carrera sólida en la estructura del Cártel de Tepito, en donde se encargaba de la extorsión en distintas zonas de la Ciudad de México, particularmente en el Centro Histórico.
En algún momento, José Mauricio fue operador de “El Manzano”, uno de los hombres más cercanos al entonces dirigente del grupo, Roberto Moyado Esparza, “Betito”. Seguramente, la mayor hazaña criminal de “El tomate”, fue participar en el atentado contra Jorge Flores Concha, “El Tortas”, fundador del Grupo AntiUnión, némesis de Tepito.
José Mauricio formó parte de aquellos personajes que, vestidos de mariachi, burlaron todos los anillos de protección de Flores Concha y comenzaron a dispararle en plena Plaza Garibaldi, el 14 de septiembre de 2018. “El Tortas” salió ileso, al tiempo que seis personas fueron asesinadas y siete más resultaron heridas.
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Tras su más reciente detención en junio de 2019, José Mauricio desapareció un rato de las calles, pero fue apresado de nueva cuenta en agosto. Y apandado, conoció a Pedro Francisco, un joven que era visitado frecuentemente por su hermana, Leslie.
Emprendedor, Pedro Francisco logró echar a andar su propia pandilla, que fue creciendo hasta cubrir distintas colonias en Iztacalco, Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Venustiano Carranza, dedicándose al narcomenudeo, el cobro de piso y el sicariato.
Su hermana Leslie fungía como tantas otras personas en el mundillo criminal: era el enlace entre las decisiones del líder delictivo y la operatividad de las mismas en la calle. Justamente ya en las aceras de la Ciudad de México, las instrucciones de Pedro Francisco recaían en el hermano incómodo de él y Leslie: “El Chucky”.
Así fueron las cosas hasta que un día en prisión, “El Chucky”, fue asesinado. Desde entonces, el negocio familiar se ha mantenido a través de una extensa red de colaboradores que dependían directamente de José Francisco, desde que recuperó su libertad hasta hace unos cuantos días.
En las calles, a José Francisco le dicen “El Pool”. Y junto a Leslie, su fiel compañera de andanzas, se encargó de organizar a por lo menos una docena de personas y conseguir armas cortas y largas, así como granadas de fragmentación para ejecutar a Ciro Gómez Leyva.
Las autoridades capitalinas tienen motivos suficientes para sospechar que José Francisco no tiene ni tuvo un motivo para ejecutar al presentador de noticias. Pero apuntan que tal vez su compañero de celda tendría la respuesta. La Unión Tepito podría ser el hilo que lleve a un punto aún más complejo.
Dicen los amigos que Tepito solo subcontrató a José Francisco. Es probable. Pero aún no se sabe la respuesta: ¿dieron la orden de matar a Gómez Leyva desde Jalisco o desde alguna oficina de la Ciudad de México?
En estos tiempos convulsos, morir solo es una pregunta. Y pocos tienen la respuesta.
*ARD