Desde que llegó a la Presidencia hasta el inicio de este año, el precio internacional del litio se cuadruplicó.
Parecía que había llegado ya a un tope en abril de este 2022, cuando Andrés Manuel López Obrador consiguió eliminar cualquier acceso a la participación de empresas privadas en su explotación nacional, al publicar el decreto que lo hizo oficial mediante una “nacionalización”.
Pero este mes, ese mineral útil para baterías de smartphones y vehículos está nuevamente en ascenso.
El carbonato de litio saltó a un nuevo récord el viernes de 500 mil 500 yuanes (71 mil 315 dólares) por tonelada en China, según datos de Asian Metal Inc, advirtió ayer Annie Lee, de Bloomberg.
Como referencia, en lo que va del sexenio, el precio del crudo aumentó su precio 60 por ciento, el del litio, 350 por ciento. Punto para el mandatario que persiguió este recurso como un activo de la sociedad.
Ese incremento valida una eventual inversión en la extracción de ese material o, para empezar, en la búsqueda de reservas en México. Hasta ahora, el presidente López Obrador habla de un deseo, de la posibilidad de que México tenga reservas relevantes.
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Hoy se habla de que podrían encontrar 1.7 millones de toneladas –menos de una décima parte de lo que presume Bolivia– que al precio de hoy, por pura aritmética tendrían un valor supuesto de unos 120 mil millones de dólares. De ahí habría que restar inversiones para ubicarlas y costos de producción y transporte.
No hay manera de saber cuánto dinero quedaría para el erario nacional, pero de cualquier manera debe ser una cantidad importante que habría de explotarse durante décadas.
Pero para un país como México, con una economía superior al billón de dólares (trillion) anuales, convienen las referencias.
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Aún ese dineral que “tenemos guardado” en litio, aparentemente no cambiaría la ruta del país.
Pemex tuvo ingresos por 75 mil millones de dólares el año pasado y en éste, bien podría acercarse justamente a 120 mil millones. Con todo y eso, el gobierno mantiene la visión de austeridad.
Nada garantiza que el litio siga caro. Confiar en commodities es muy riesgoso. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el petróleo cayó de 100 dólares por barril a 20 dólares, para concluir en 70 dólares por barril. En el de López Obrador ya llegó a estar en cero dólares, hasta alcanzar más de 110 y de ahí bajó a los 82 dólares de ayer.
Con el litio pasará lo mismo. Porque así ocurre con el hierro, el cobre, el maíz, el trigo…
El presidente López Obrador atinó a apostar en el incremento explosivo en el valor del litio como consecuencia de la demanda de todo lo que requiere baterías, principalmente los autos eléctricos, que están en boom en Asia, Europa y Norteamérica.
Pero con la emoción, muchos pasaron de largo una de las primeras misiones de la empresa gubernamental recién nacida, encargada de explotarlo, llamada oficialmente Litio para México. ¿Cuál es? Justamente, encontrar litio:
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“Artículo 6. Para el cumplimiento de su objeto, Litio para México tiene las atribuciones siguientes: (...) IV. Ubicar y reconocer las áreas geológicas en las que existan reservas probables de litio con el auxilio del Servicio Geológico Mexicano”, detalla el decreto del mes pasado, con el que fue creada la empresa estatal de esta actividad.
Habrá que ver si hay dinero para empezar la tarea el año que viene, pues el Proyecto de Presupuesto 2023 que indica cuánto habrá para Pemex y CFE, no menciona a “Litio MX”.
En el muy largo plazo, puede que se alcance la producción paulatinamente; ya para entonces habrá quien recuerde que el litio, como el petróleo, debe ser refinado en instalaciones como en la que la empresa Piedmont Lithium planea construir en Michigan, en la que invertirá unos 600 millones de dólares.
Litio para México no tiene la obligación legal de refinar. Esa palabra no se incluye en el decreto de su creación. Es como si Pemex no tuviera la facultad de hacer gasolina.
Pequeño detalle que podría orillar al país a la costumbre de “vender naranjas, para luego comprar jugo”.
Columna Parteaguas de Jonathan Ruiz Torre de El Financiero