En la política local, los demonios andan sueltos, por ejemplo, en Izúcar de Matamoros, una camarilla de regidores que pomposamente se hace llamar "insurgentes" pretende ganarse el favor del pueblo... precisamente dañando al pueblo.
Y es que a este grupúsculo lo que menos les interesa es favorecer con reglamentos a los ciudadanos que los eligieron, sino sueñan con mantenerse seis años más en posiciones de poder en el estado y si es posible abrir y cerrar las puertas de Casa Aguayo.
Hágame usted el favor: esos regidores, que pretenden estar en onda con la chaviza haciendo videos mal editados, no aprueban los estados financieros del ayuntamiento de Izúcar de Matamoros a pesar de que no hay irregularidades.
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Súmele, no aprueban el reglamento animal, permitiendo que continúe el daño a las mascotas, especialmente a perros y gatos abandonados por sus dueños; no se presentan a trabajar en sus respectivas comisiones, pero eso sí, aparecen en las sesiones ordinarias de Cabildo únicamente para votar en contra de lo que proponen autoridades de su mismo partido, se ve que sólo para eso cobran religiosamente sus quincenas.
Para ningún izucarense es un secreto que su verdadero objetivo es uno: hacer el mayor daño posible a la primera mujer que gobierna ese municipio mixteco en toda su historia, la presidenta municipal, Irene Olea Torres. ¿Tienen la orden de hacerlo?
Lo que no aceptan es que siendo Irene Olea mucho más joven que los "insurgentes", ha demostrado mayor experiencia y trabajo político que ellos ya con varios años enquistados en el poder y no han dado un solo resultado a favor de los ciudadanos.
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La alcaldesa resultó fiel a los principios de la 4T y antepuso las obras y los servicios a los barrios y comunidades más marginadas de Izúcar.
En cambio, estos señores "insurgentes" cuidan a capa y espada sus intereses personales y de grupo, siguen soñando.
Mientras, el noble y trabajador pueblo izucarense tendrá que caminar con pies de plomo hasta que estos regidores decidan ponerse a trabajar, lo que se ve imposible.
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Los demonios andan sueltos.
De las anécdotas que se cuentan
Los laberintos de la vivienda. A principios de septiembre, la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) volcó las ollas con dos declaraciones: la primera es el motivo por el que el sector está experimentando un obstáculo. La segunda es el municipio que está experimentando un auge en términos inmobiliarios.
Por lo que se refiere a los obstáculos, los voceros de la AMPI lo señalaron nítidamente, el veneno para su sector es la combinación de una política pública federal y estatal que no está impulsando la compra de vivienda, más allá del INFONAVIT, con la sobrerregulación.
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La Asociación señala que los bancos han generado un portafolios interminable de programas focalizados para que distintos nichos de mercado puedan hacerse de una casa, pero paradójicamente, han exacerbado los requisitos para obtener los créditos.
Los montos que la banca puede ofrecer para adquirir una vivienda pueden ser atractivos pero un enorme porcentaje de los interesados se hacen de lado cuando comienzan a leer la interminable lista de requisitos que se les exige.
La AMPI apunta que la paradoja es que las personas necesitan y quieren una vivienda para no hacer pedazos su economía con rentas altas, pero no pueden salir de ellas porque no pueden cumplir con los requisitos para obtener un crédito.
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Y, la segunda es el municipio que está creciendo sorprendentemente en el país, por lo que se refiere a compra de viviendas, Tijuana, por tres motivos: el “turismo médico” que le beneficia por ser un territorio fronterizo; la paridad peso frente al dólar y, que innumerables migrantes han optado por quedarse ahí y buscar un espacio para vivir.
Mientras todo esto ocurre, en Palacio Nacional siguen pensando que los desarrolladores de vivienda deben apaciguar sus ánimos expansionistas.
El desánimo cala entre los que ofrecen casas frente a regulaciones excesivas y un Estado que mira hacia otro lado.
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*ARD