¿Sirven los exámenes de confianza?
25 al patíbulo
En el estado de Puebla, se tomó la decisión de sustituir temporalmente a los policías de 25 municipios, porque no tenían en orden su Control de Confianza y el Certificado Único de Identidad Policial, CUIP.
Una especie de mantra se repite robóticamente: “si un policía no tiene su control de confianza actualizado y su CUIP, no puede trabajar en la corporación porque será candidato a cometer actos de corrupción”.
Del CUIP no hay nada que decir, porque si se me permite la imagen, es como una cédula profesional en versión policiaca y es muy útil para identificar quien es agente y quién no.
Analizando con seriedad lo del control de confianza, si semejante cosa fuera cierta estamos en problemas, porque los gobernadores y los alcaldes no pasan por dicho control. Estaría bien que estos funcionarios hicieran una prueba poligráfica, pero mientras eso sucede, el punto es que no es cierto que las pruebas de control de confianza sean lo que dicen que son.
Me explico: en el mejor caso, las pruebas producen una prospectiva lineal de cómo actuará una persona en el futuro, pero es imposible que modifiquen la conducta que esa persona elegirá de acuerdo a sus motivaciones y circunstancias.
Pondré un ejemplo muy sencillo y después lo ampliaré: pensemos que usted es un policía que tiene todos sus exámenes en orden. Técnicamente, es confiable. Y un mal día, llega un nuevo jefe de sector o un funcionario de alto nivel que le dice a usted que a partir de mañana tiene que entregarle todos los días, dos mil pesos de “entre”.
O si ese ejemplo no le gusta, le propongo que la motocicleta que conduce tenga una “renta” de 5 mil pesos mensuales o la patrulla que conduce, 20 mil y usted paga la gasolina y el mantenimiento. O su arma de cargo, tiene un costo y los cartuchos, también.
Pensemos que usted va a Asuntos Internos y denuncia el hecho. ¿Qué tal si el encargado de Asuntos Internos también pide embute? ¿Qué ocurre si el de Asuntos Internos también debe de llevar dinero a su superior? ¿Qué pasa si el director, comisario o secretario de Seguridad Pública piden dinero?
¿Qué ocurre si hay una hermandad que paralelamente a la jerarquía institucional, obliga a todos los policías a entregar un dinero para la causa, pero esa causa generalmente no es otra cosa que pagarle los viajes a Francia o Estados Unidos a los miembros de la cúpula directiva de la misma? ¿Qué pasa si el policía certificado no es corrupto pero es obligado a extorsionar y robar para que pueda estar en el puesto que le dieron?
Ahora le pregunto, si usted tiene un trabajo policiaco y está bien en él, ¿va a renunciar a su trabajo porque la mitad de la corporación está podrida? ¿A dónde irá, a trabajar en una empresa de seguridad privada o como vigilante en un edificio? En el mejor caso, andará de municipio en municipio, pero será perseguido porque “no sabe trabajar en equipo”.
Los exámenes básicos
Los exámenes de confianza de la policía son pruebas que dicen ser garantes de la idoneidad de un policía, en el desempeño de sus funciones.
Es muy importante entender que me refiero a los que están enfocados a que el policía sea honrado, comprometido con la ciudadanía y que no se deje comprar por el crimen organizado. No me refiero a los de aptitud física. Si un policía tiene diabetes, no sabe emplear un arma o su formación académica no le permite llenar un Informe, es otra cosa.
A lo que sí me refiero es a los exámenes que pretenden evitar que un policía con antecedentes delictivos, vínculos con el crimen organizado o adicciones, se mantenga en la corporación.
Para los puntos que señalé, los exámenes de confianza consideran la entrevista personal, el polígrafo y los exámenes toxicológicos.
Según los que le tienen fe a esta clase de exámenes, la entrevista personal identifica el tipo de personalidad, los valores éticos y morales, las habilidades de comunicación y, bajo situaciones hipotéticas, se identifica como podría reaccionar y decidir actuar una persona.
Por supuesto, aparece el polígrafo que por distintos procesos de medición de variables fisiológicas (pulso, presión arterial, sudoración y si hay dinero, algunos equipos miden el comportamiento del ojo), se determina si la persona está diciendo la verdad.
Y, los exámenes toxicológicos buscan el consumo de narcóticos y alcohol, por medio de análisis de muestras de sangre u orina.
Las pruebas son tontas
Ahora, viene la obviedad: ¿estas pruebas aseguran un cuerpo policial confiable y eficiente? La respuesta es un rotundo no. Los argumentos a considerar son los siguientes, yendo prueba por prueba.
Lo primero que hay que entender es que las pruebas de control de confianza son por naturaleza, “tontas”. En criminología se les llama “tontas” porque dependiendo del uso que usted quiera darles, funcionarán. Si usted tiene un cuchillo en la mano, puede emplear para cocinar, para cortar una hoja de papel o para matar a alguien. Es lo mismo en este caso.
Si usted busca identificar policías podridos por medio de estas pruebas, le ayudarán pero después de haberlos detectado, tendría que hacerles un proceso administrativo y despedirlos. Pero si usted los identifica y les pide dinero para que sigan trabajando, entonces no funcionan para sacar manzanas podridas de la corporación, sino para que usted se enriquezca.
En el caso de los exámenes de toxicología, si usted pide a los expertos del laboratorio que le pasen los resultados de aquellos policías que hayan reprobado y en una reunión privada les dice que las pruebas señalan que son drogadictos y a cambio de un dinero desechará la prueba original y le falsificaron los resultados, cambian las cosas.
Si en el polígrafo se detecta que una docena de policías trabajan para la delincuencia organizada y ellos juntos tienen más poder que usted (suficiente para matar a la familia de usted si se pone en su camino), no hay nada más que hacer.
Las pruebas no garantizan seguridad
Por razones que no alcanzo a entender, los gobernantes dicen que una policía que esté acreditada garantiza la seguridad de un municipio. No entiendo muy bien la conexión pero habrá que ir a las estadísticas oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública para ver si eso es cierto.
Un ejemplo de lo más interesante es el estado de Guanajuato, que tiene uno de los municipios más salvajes y violentos del país entero: Celaya. De acuerdo a sus datos, este municipio tiene el 99 por ciento de sus policías municipales, acreditados y certificados.
El epicentro del Cártel Santa Rosa de Lima, Villagrán, tiene el 100 por ciento de sus policías en regla. Salvatierra, teatro de masacres espeluznantes, tiene al 100 por ciento a sus policías en el orden correspondiente. Apaseo el Alto, otro escenario de guerra entre CJNG y Santa Rosa de Lima, tiene su 100 por ciento.
Los campeones a nivel nacional en policías certificados son: Baja California Sur, Guanajuato, Campeche, Coahuila y el Estado de México. Dudo por completo que estas entidades puedan ser consideradas remanso de la nación, acaso Campeche. El Estado de México es un escenario de guerra sin control.
En el sótano, está Yucatán, con poco menos del 90 por ciento de sus policías acreditados. Y en este momento, es el estado más seguro del país. Así que algo no está funcionando bien con la lógica oficial de que las pruebas de control de confianza sirven para que las entidades y municipios estén protegidos y en paz.
Por último, el que una prueba de polígrafo o una toxicológica digan que la persona no miente o no consume narcóticos, no significa de manera alguna que seguirá esa conducta al día siguiente. De la misma manera que una persona puede ser adicta hoy y tras entrar a rehabilitación, dejar de serlo. Alguien entonces, está viendo demasiadas películas de Tom Cruise, señalando que una prueba es garante del futuro certero.
La lógica dicta que lo que hay que hacer es limpiar a profundidad el “entre” que los mandos policiacos piden a sus subordinados y que de preferencia, los jefes no hagan tratos con la delincuencia organizada.
De repente, los hermanos de los funcionarios aparecen en testimonios subidos a las redes sociales en donde se confirma que apoyan a tal o cual grupo delictivo de alto impacto. A esos personajes no se les hacen pruebas de control de confianza y generan más daño que cualquier policía de crucero corrupto.
No estaría de más aplicar pruebas de poligrafía a mandatarios y legisladores, por ejemplo.
Tal vez hay que dejar de mentir diciendo la verdad. Hagan poligrafía política, pues.
*ARD