Los riesgos de Lira y Valencia
Mucha tinta se ha vertido sobre el caso de dos personajes, Marcos Valencia en Venustiano Carranza y Juan Lira en Chignahuapan, tras el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que devolvió sus triunfos el pasado 2 de junio.
Entiendo que alguna empleada que trabaja en Morena, quien ni siquiera tiene licenciatura y que recibe órdenes desde la oficina del gobernador de Puebla, dijo que impugnará la sentencia. Desconozco por entero los temas de derecho electoral, así que ni me meto en ello.
El punto que sí puedo identificar va más allá de que Valencia y Lira hayan ganado o perdido las elecciones en una u otra instancia. Desde el punto de vista delincuencial, hay focos rojos encendidos que no pueden ni deben omitirse.
La conflictividad de los dos municipios se da a partir de la combinación de distintos factores, en el entendido que la característica esencial que une a dichas poblaciones es que se encuentran en la Sierra Norte.
El primer factor a considerar es que la Sierra Norte es el segundo territorio más importante de la región en términos de huachicol y gas LP. Primero, está el Triángulo Rojo.
El segundo factor es que ambos municipios son vectores de conexión criminal: Venustiano Carranza es esencial para el cruce de toda clase de delincuentes y mercancías desde y hacia Veracruz, al tiempo que Chignahuapan hace lo propio con el estado de Hidalgo.
El tercer factor es su capacidad para el contagio criminal: Xicotepec está muy cerca de Venustiano Carranza y éste, a su vez, se conecta con Francisco Z. Mena, por lo que se hace un corredor delictivo de alto impacto que conecta a narcotraficantes, huachicoleros y caciques, haciendo una especie de sistema nervioso de alto impacto.
En el caso de Chignahuapan, éste se vincula a Zacatlán, Ahuazotepec e Ixcamaxtitlán. El conector es el tráfico de madera, el cobro de piso a la industria minera y el movimiento incesante de mercancías, sin omitir los laboratorios de narcóticos en distintos puntos.
El cuarto factor es el linaje delictivo. Venustiano Carranza ha sido por décadas, territorio a ratos de residuos del Cártel del Milenio que de los Zetas, al tiempo que Chignahuapan, desde hace algunos años ha sido escenario de batallas entre células afines a los Zetas contra otras que son leales de CJNG.
El quinto factor es la explosividad de dichos lugares. En cualquier momento puede reventar el equilibrio de ambos municipios y dar cita a dos fenómenos complementarios: el primero es que algún grupo de alto impacto quiera entrar a Venustiano Carranza y/o a Chignahuapan, por lo que se arme una carnicería, entre invasores y defensores de la plaza.
El segundo es que los grupos criminales que controlan a ambos municipios, se envalentonan y deciden ir conquistando territorios vecinos. Conociendo a los barones criminales de Xicotepec, no me imagino el baño de sangre que se daría si buscarán hacerle al conquistador en Venustiano Carranza, no por dinero sino por fastidiar a Valencia.
Y en el caso de Lira, nada más habría que pensar lo que pasaría si de la nada algunos grupos criminales quisieran ir a plantarle cara, no a él sino a los intereses de “El Loco” y “El Tarado”, quienes mueven sus negocios en la zona.
La lección
La moraleja del cuento es evidente: si no se quiere que un grupo delictivo se haga dueño del poder fáctico y constitucionalmente legítimo de un lugar, no hay que darle alas, sobre todo a aquel que compró apoyo para que desde Puebla Capital le levantaran la mano y que ahora mismo dejó un cochinero de 130 ejecutados entre enero y septiembre de este año.
*ARD
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