Las andanzas de Teodoro Espejo
Dicen los que saben que corría 2003 cuando el contador público Teodoro Espejo Barradas era director comercial de Pasteurizadora Maulec S.A. de C.V.
Un mal día, Espejo comenzó a realizar operaciones ilícitas a través de la supuesta venta de productos lácteos, otorgando mercancía a crédito a otra empresa, Lácteos del Sureste.
Pasó un tiempo y el representante legal de “Lácteos…” le informó a Espejo que no pagarían el adeudo, que ya había alcanzado la cifra de 8 millones 358 mil pesos. El argumento es que habían identificado fallas severas de la calidad en el producto de Maulec.
Espejo no informó esta situación a sus jefes en Maulec y por el contrario, mantuvo la entrega de producto a crédito. Las investigaciones por parte de la autoridad ministerial arrojarían que en realidad, el producto se dirigía a otra empresa, Mexicana de Industrias y Marcas S.A. de C.V. (MYM), de la que Espejo es accionista mayoritario.
Tras una batalla legal entre Espejo y la Procuraduría General de Justicia, vía la Dirección de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, terminó por ser ingresado al Centro de Readaptación Social de San Miguel, bajo el proceso número 98/2008, como probable responsable del delito de fraude genérico.
Pasó el tiempo y Espejo dejó la prisión. Regresó a sus negocios, focalizándose a Mexicana de Industrias y Marcas. La idea ahora era posicionarla en otros ámbitos ajenos al escándalo producido en Puebla. Con el tiempo, MYM se hizo un competidor de alcance nacional.
Un día de 2016 resonó nuevamente el nombre de Espejo: el 14 de julio de ese año, el entonces gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle inauguró la planta Huejotzingo de MYM, con una inversión de 300 millones de pesos y la generación de 300 empleos directos.
La planta se dedicaría a envasar producto lácteo. En camino vendrían las certificaciones y acreditaciones para distintas presentaciones y marcas de la empresa de Espejo, una enorme instalación de 30 mil metros cuadrados, 10 mil de nave industrial y 500 de oficinas, con capacidad para producir 300 millones de litros de leche al año, presumiblemente distribuibles en siete estados del país y Centroamérica.
Sería cuestión de tiempo para que el pragmatismo hiciera lo suyo y del panismo irredento se migrara a la izquierda progresista: ahí está el caso de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), que sigue en su ruta de colisión con 22 carpetas de investigación en la Fiscalía General de la República, anidadas por anomalías, desfalcos y hasta absurdos.
Entre éstos últimos destaca la adjudicación directa de 10 mil millones de pesos por la adquisición de “crema de leche y fórmulas lácteas” a MYM, el cual se debió ejercer en un lapso de solo 10 días, a partir de la firma del contrato, el 14 de diciembre del año pasado.
El contrato firmado entre la dirección comercial de Diconsa, perteneciente a Segalmex y MYM, para el suministro de crema y leche líquida para el Programa de Abasto Rural que cubre 25 mil puntos de venta distribuidos en el país, suena por lo menos difícil de creer, ya no se diga que se cumplan las cláusulas de dicho documento.
Segalmex es una de esas bombas de relojería que estallarán en la cara de Andrés Manuel López Obrador. Más o menos como las líneas del Metro en el rostro de Claudia Sheinbaum.
*ARD