Las lecciones de la pandemia
Un millón 600 mil estudiantes regresaron este lunes a clases en forma presencial en el estado de Puebla, tras dos años de haber pasado toda suerte de tribulaciones en un modelo para el que muy pocos estaban preparados: a distancia.
Independientemente de la felicidad que ha traído a padres de familia, maestros y hasta comerciantes por la dinámica que inyectan las clases en la economía, no hay que echar campanas al vuelo y sí es momento de aprender lo ocurrido en la pandemia.
La primera gran lección es que los modelos en línea no deben olvidarse; si llega una nueva cepa del Covid-19 o de otro virus que obligue a regresar a los escolares a sus casas, se debe estar preparado para atender en línea las necesidades de profesores y alumnos.
La segunda es la práctica de las pruebas aleatorias que está funcionando en buena parte del mundo. En forma cotidiana, se hacen pruebas rápidas a algunos integrantes de la comunidad académica -alumnos, profesores y personal administrativo de las escuelas- y con ello se previenen brotes.
La tercera lección es mantener férreamente el uso del cubrebocas, que ha demostrado por años, ser el mejor aliado para reducir el riesgo de contagio. Se entiende que los cubrebocas deben ser resistentes y no basados en la cosmética sino en la capacidad para resistir los embates del virus de Wuhan.
Y, las autoridades deben valorar la vacunación a los escolares. Es una decisión científica y técnica, no política.
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De ahí en adelante, solo queda un camino, analizar cuidadosamente las lagunas de conocimiento que se crearon en dos años, en donde la improvisación y la ausencia de tecnología de la información generaron una bomba de relojería.
Dar por sentado que se aprendió lo que se debía aprender, no solo es temerario sino irresponsable.
De las anécdotas que se cuentan
Las elecciones presidenciales de 2018 fueron las más caras de la historia del país, según los registros del Instituto Nacional Electoral. Cada voto emitido ese uno de julio costó 319.39 pesos. Y, en las elecciones presidenciales de 2012, cada voto emitido costó a los mexicanos 275 pesos.
Veamos los datos del INE, respecto a la Consulta de Andrés Manuel López Obrador y su revocación de mandato. El Instituto, con un porcentaje contabilizado del 99.44 por ciento, consideró que se emitieron 16 millones 418 mil 811 votos efectivos, al tiempo que se anularon 275 mil 944.
El Instituto estimó que la votación generada se encuentra entre el 17 por ciento y el 18.2 por ciento del padrón electoral. En 2018, el total de mexicanos que emitieron su voto, por cualquier candidato, fue de 56 millones 611 mil 027. Luego entonces, la consulta revocatoria fue votada por el equivalente al 29 por ciento de sufragios efectivos en 2018.
En 2018, el INE invirtió en las elecciones, un total de 28 mil 022 millones de pesos. Si López Obrador recibió 30 millones 113 mil 483 sufragios, equivalentes al 53.19 del total de sufragios, el costo de sus votos para el país fue de 9 mil 617 millones 945 mil 335 pesos.
En el 2022, el presupuesto que el Instituto tuvo para hacer la consulta de la revocación, fue de 1 mil 692 millones de pesos, considerando los draconianos recortes que emprendió el consejero presidente para poder cumplir con el ejercicio en comento.
Considerando que López Obrador era, por así decirlo, el único candidato en su consulta revocatoria, cada voto en su contra o a favor le costó al país, alrededor de 103 pesos.
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Como todos los analistas lo señalaron, no había forma de que se alcanzara el 40 por ciento que marca la Ley Federal de Revocación de Mandato y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Una pantomima que solo tiene una explicación, además del culto a la personalidad: constituye un ejercicio para probar la maquinaria de los estados para 2024 y la capacidad para obtener votos baratos, estrangulando al INE.
Es evidente que la maquinaria no está funcionando bien y por eso se acudió a un clásico de la movilización: olvidarse del voto urbano e ir a las comunidades rurales a conseguir lo que se pudiera.
El ejercicio mostró un gigantesco riesgo para el INE, si la consulta revocatoria obtuvo entre el 17 por ciento y el 18.2 por ciento del padrón electoral, equivalente al 29 por ciento del total de votantes efectivos de 2018, ¿para qué se necesita al Instituto?
La obviedad está a la vista: 319.39 pesos en condiciones relativamente equitativas de votación (2018) contra 103 pesos en un ejercicio pilotado desde Palacio Nacional.
¿Se podrían obtener 30 millones 113 mil 483 sufragios (los de AMLO de 2018) en 2024, estrangulando al INE y minimizando el margen de recursos para los partidos políticos, de 28 mil 022 millones de pesos a, digamos, un tercio de presupuesto?
Es obvio que alguien en la Secretaría de Hacienda hará el mismo cálculo.
Y entonces puede venir una avalancha que arrase con el INE y de paso con la competencia partidista, para hacer elecciones manipulables.
La caída del sistema, pero en otra versión.
Lo mismo, pero más barato.
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