Puebla, Pue. El informe “Estados con Lupa de Género 2023” publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) da una idea clara de hacia dónde debe enfocarse la agenda del gobierno estatal de Puebla.
Más allá del lugar común de que éste parece ser un tema de la Secretaría de Igualdad Sustantiva, la realidad es que el asunto es de diseño institucional y éste atraviesa a media docena de secretarías estatales.
Economía, Finanzas, Administración, Seguridad Pública, Bienestar y Trabajo, son apenas los rubros representativos que deberán tomar la pelota que lanzó el informe en comento. No para contrargumentar, sino para planear el futuro y actuar en consecuencia.
Los datos ahí están: Puebla ocupa el sótano del ranking nacional, acompañando a los estados de Oaxaca, Zacatecas, Veracruz y Guanajuato, sin dejar de llamar la atención éste último, dada su poderosa vocación industrial.
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En la cima, la Ciudad de México, Baja California Sur y Nuevo León miran hacia abajo. Es de lo más interesante el caso de la capital del país si se le compara con el segundo lugar, por dos asimetrías: la residencia de los poderes federales tiene unos 4 millones 805 mil mujeres al tiempo que Baja California Sur apenas y llega a 392 mil.
Lo anterior quiere decir que, para generar oportunidades para las mujeres, el tamaño no importa: se pueden construir en una entidad con 8 millones de habitantes que en otra con menos de 800 mil.
El 59.9 por ciento de las mujeres en la Ciudad de México tienen al menos, educación media superior. Una cifra envidiable que demuestra el reto de la entidad poblana, que apenas y llega al 39.6 por ciento.
Con todo, aparecen sorpresas: ni el 12 por ciento de las mujeres en Yucatán se sienten atemorizadas por desplazarse en un transporte público. Para el caso poblano, el indicador es 27.4 por ciento.
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En Yucatán, sus feminicidios son del 1.2 por cada 100 mil habitantes, cifras de ensueño en un país atiborrado por la violencia. Para el caso poblano, el indicador es de 4.6.
Si se le quiere echar la culpa “a la inercia del pasado”, el estado de Puebla no tiene demasiados argumentos de donde echar mano: el IMCO apunta que la participación femenina económica en la entidad es apenas del 42 por ciento; en 2021, del 44.3; en 2019, del 46.7.
Vivimos en una entidad en donde el 26.1 por ciento de las mujeres quieren trabajar, pero no pueden hacerlo.
Así, el reto es mayúsculo: más allá de los lugares comunes del empoderamiento femenino, la realidad numérica señala que las mujeres poblanas no sólo son agredidas en forma física. También se les ha desplazado del mundo laboral y se les ha relegado de distintas oportunidades en lo educativo.
Quejarse o inconformarse contra el IMCO no tiene demasiado sentido. Hay que aplicarse a atender los problemas que representan estos indicadores, más allá de que aparentemente sean “un tema de género”. Es un problema de Visión de Estado y para ello hay que enfocar los esfuerzos, no solo hacia 2024 sino para el futuro en su sentido más amplio.
*BC